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Educación Clásica


Capitulo 2

Douglas Wilson


Breve descripción de la educación clásica y cristiana


La educación clásica puede ser mejor entendida como una referencia a tres aspectos rudimentarios. El primero tiene que ver con el método educacional, es decir, el parámetro para la conducción del estudiante a lo largo de las etapas de la gramática, dialéctica o retórica. En sentido colectivo, las tres etapas se llaman trívium. Aunque los métodos educativos no sean de absoluta importancia, como algunos pedagogos presumen, la metodología todavía conserva cierto grado de importancia.

El segundo aspecto del aprendizaje clásico se refiere al contenido de los estudios, y responde a la pregunta: “¿Qué temas deben ser estudiados?”. La educación clásica se distingue por la presencia de materias como latín, lógica, teología y retórica en el currículo. Al mismo tiempo, varios temas comunes a la educación básica también están incluidos - historia, ciencia, matemáticas, etc., omitiendo las clases sobre "Entrar en contacto con el propio yo".


El tercer aspecto reconoce la importancia de la posición histórica y cultural del profesor y del estudiante. La educación clásica y cristiana forma parte de la cultura occidental; resultado de que Cristo haya nacido en el reinado de César Augusto y de que los primeros misioneros se dirigieran más al oeste que al este, o al sur. Los padres cristianos que buscan infundir esa herencia en los hijos no son xenófobos, u hostiles a otras culturas.


En la medida en que el cristianismo impregne el Extremo Oriente, por ejemplo, su impacto cultural será glorioso - y muy diferente de lo que hemos visto en la historia de nuestra civilización. Pero no honramos otras culturas por el desprecio de los logros de nuestra cultura. Los padres que transmiten a sus hijos una educación clásica y cristiana sólo reconocen que, de acuerdo con la providencia divina, sus hijos nacieron en la cultura occidental; la única elección remanente es si, a la luz de esta herencia, ellos serán bien o mal educados.

Otros sentidos de clásico


Usted encontrará otros dos usos del término "clásico" en la esfera de la educación. Por diferentes razones, los cristianos evangélicos deberían rechazar ambos. Con respecto al primer uso, la razón es obvia. Para algunos, clásico significa neo-pagano. En el Renacimiento, muchos deseaban regresar al paganismo de la antigua Atenas y de Roma. Pero sabemos, a partir de la Escritura, que la piedra de la visión de Daniel golpeó a esa estatua en particular en el pie y la destruyó, y jamás será restaurada. Como cristianos no deberíamos desear restaurarla, y como criaturas, debemos ser cuidadosos para no luchar contra los decretos de la providencia. Dios destruyó esas civilizaciones, y nuestro deber es decir "amén".


Podemos estudiar el remanente de esas culturas con placer y provecho, pero no a partir del deseo equivocado de regresar a las culturas rebeldes de las cuales el Dios misericordioso nos libró. Como Dorothy Sayers señaló: "Nuestra civilización, tal y como está, permanece viva en sus huesos como civilización cristiana - el latín de los augustos nunca fue cristiano".


Otro enfoque de la educación clásica puede ser más problemático para algunos cristianos protestantes. Se percibe esto en el estudio clásico riguroso remanente hoy en algunas partes de la Iglesia Católica Romana. Sin duda, el estudio del latín se mantiene vivo allí, así como la conexión histórica y cultural autoconsciente con el mundo medieval. Tomás de Aquino y otros trajeron la filosofía antigua de Aristóteles al mundo moderno, intentando fusionarla con la cosmovisión cristiana. Iríamos muy lejos al tratar aquí con los detalles de las razones para rechazar ese método, pero no menos importante es la conexión inseparable entre la teología católica, sin duda anti-bíblica, y el tomismo. Otra razón se refiere al uso autónomo de la ley natural de Aquino. En resumen, el protestante clásico no debería buscar el retorno a la teología de los escolásticos medievales.


Educación en los Estados Unidos incipientes


Cuando hablamos de educación clásica, no nos referimos sólo a los conceptos antiguos y medievales, sino también a la educación común a la Inglaterra más antigua y trasplantada a los incipientes Estados Unidos. El énfasis inglés clásico sobre el dominio de las disciplinas de idiomas, en especial del latín y de la retórica, ayudó a poner fundamentos a generaciones de líderes y pensadores superiores.


De acuerdo con la tradición, la educación clásica empezaba en el hogar o en la escuela local de gramática, y para algunos, continuaba profundizándose en los años de universidad. Cotton Matther, el gran pensador puritano, resumió las antiguas exigencias de Harvard para nuevos alumnos. Observa el contraste impresionante entre las escuelas de gramática del ayer y las de nuestros días:

Cuando los estudiantes se hubieren beneficiado de las escuelas de gramática hasta el punto de poder leer cualquier autor clásico en inglés, de improviso redactar y hablar el latín de verdad, y escribirlo en verso y en prosa; y de declinar con perfección los paradigmas de los sustantivos y verbos de la lengua griega, entonces ellos serán juzgados aptos para la admisión en el Harvard College.1


De manera similar, la antigua Yale exigía:

Que nadie espere ser admitido en esta facultad a menos que, bajo examen del presidente y de los tutores, sea hallado capaz de escribir, traducir y analizar de improviso a Tulio, Virgilio y el Nuevo Testamento Griego; y escribir prosa en latín de verdad y entender las reglas de prosodia, la aritmética común y dar testimonio suficiente de su vida decente e inofensiva.2


Muchas otras facultades esperaban el entrenamiento clásico como base para que el estudiante comenzara la educación superior. Pero estas antiguas escuelas esperaban no sólo el dominio de los idiomas, sino también que los alumnos estudiasen dentro de una estructura explícitamente cristiana, para la gloria de Dios. Para los devotos, la educación clásica secular era una contradicción de términos. Tome por ejemplo los propósitos declarados del antiguo William and Mary College de 1727. Observe a continuación cómo la declaración combina con naturalidad los aspectos clásicos y cristianos (protestantes) en sus propósitos:

A fin de cultivar la mente de los hombres, y moldear sus habitos, qué poderosa influencia tienen los estudios de buenas cartas y de las ciencias liberales; por lo tanto, parece que estos estudios no sólo florecieron antiguamente entre los pueblos más famosos-hebreo, egipcio, griego y romano-, sino también en las eras posteriores del mundo, tras su gran interrupción y casi destrucción por las incursiones de naciones bárbaras. Por fin, ellos fueron recuperados y colocados con honor en todas las naciones considerables. A esto siguió la reforma de muchos errores y abusos en el punto de la religión, y la institución de jóvenes para los deberes de las virtudes y civilidad cristianas y la preparación debida de personas aptas para todos los oficios en la iglesia y en el Estado.3


Las antiguas estatuas de Harvard declaran de forma similar: "Todos deben considerar el fin principal de su vida y estudios conocer a Dios y a Jesucristo - la vida eterna (Juan 17.3)." 4


Es evidente que estas antiguas facultades desde hace mucho han traicionado su propósito original con respecto a la educación clásica y cristiana. Sin embargo, con sus primicias piadosas, nos han legado muchos líderes, pensadores y ciudadanos cristianos influyentes.


Esto, sin embargo, suscita una cuestión. ¿Qué se quiere decir con cosmovisión y educación cristiana? La educación cristiana no es la educación secular y humanista con la adición de oraciones y estudios de la Biblia. Antes, se toma la Escritura como única regla de fe y práctica. La Biblia debe estar en el centro de nuestro pensamiento. Ella no es central como un florero que puede encontrarse en el centro de una mesa - como algo sólo decorativo. Más bien, central como un eje es central. Todo en el proceso educativo debe girar alrededor de la Palabra revelada de Dios. La Biblia, y sólo ella, ocupa esa posición. Como los reformadores describieron en latín, el idioma de la Reforma, tota et sola Scriptura. Nuestra alianza final es con toda la Escritura y sólo la Escritura.


1 Citado en Richard Hofstadter (org.), American Higher Education. Chicago: Universidad de Chicago Press, 1961, vol. 1., p. 17.

2 Ibid., p. 54.

3 Ibid., p. 39.

4 Ibid., p. 8.

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