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Educación Clásica: Partes de la educación clásica y cristiana



Por : Douglas Wilson


Las tres etapas del trivium son: gramática, dialéctica (o lógica) y retórica. En la educación medieval se proporcionaba la estructura de la educación general antes de que cualquier alumno pasara al llamado quadrivium.

En la etapa de la gramática el estudiante aprende muchos particulares, muchos hechos. Observe que la palabra gramática aquí no está restringida al estudio del idioma. Cada área de estudio cuenta con una "gramática" propia. Los particulares en cada asunto son muchos y variados. En matemática, la gramática incluye tablas de división y multiplicación. En la geografía, incluye continentes, ríos, montañas y así sucesivamente. En la historia, incluye reyes, batallas, guerras, fechas, etc. En el latín, incluye terminaciones de casos, terminaciones de verbos y el vocabulario básico.

Entonces se sigue con la dialéctica: el estudiante comienza a examinar la relación entre esos particulares. ¿Cuál es la relación entre la geografía de un lugar y la batalla allí ocurrida? ¿ Entre Xerxes y Ester? ¿O, en este sentido, entre Génesis y la teoría de la evolución? El estudiante aprende sobre la interrelación de los diversos asuntos aprendidos hasta este punto.

Una vez que el estudiante haya aprendido los rudimentos, y los haya clasificado en orden, entonces aprende a expresar estas adquisiciones de forma más pulida. Este es el estudio de la retórica.

Ahora bien, como Dorothy Sayers señaló en su artículo fundamental “The Lost Tools of Learning” ["Las herramientas perdidas del aprendizaje"], estos tres aspectos del trivium corresponden muy bien a las tres etapas del desarrollo infantil. Ella argumenta que nuestra responsabilidad en la educación equivale a "aprovechar la inclinación (o preferencia) natural" y exigir cosas específicas de los estudiantes cuando ellos son más receptivos.

Ella divide a los niños en tres grupos. El primer grupo es llamado por ella la etapa del "loro". Este corresponde a los niños menores de cinco a diez años. En ese grupo de edad, los niños aman cantar y memorizar, y sería imprudente no aprovechar al máximo la oportunidad. Es tan agradable para ellos cantar amo, amas, amat como recitar el refrán repetitivo de una canción infantil. El dominio de la etapa de gramática requiere grandes cantidades de memorización, y Sayers argumenta que se debe hacer cuando la memorización es fácil y agradable. Como consecuencia, con el enfoque clásico, los niños más jóvenes son llevados a almacenar en la memoria grandes cantidades de información que aún no entienden. Esto ocurre en la siguiente etapa. Por lo tanto, memorizan presidentes, terminaciones de casos, tablas de matemáticas, deletreo, ríos y así sucesivamente, ad infinitum.

La siguiente etapa recibe el nombre "arrogante". En los primeros años de la enseñanza media, los niños se vuelven inquisitivos, y pasan a desafiar mucho de lo que se les enseña, buscando comprender. Se comete dos errores en esta etapa. El primero es realizado por padres relativistas, que dejan al niño cuestionar de forma abierta y le permiten preguntar de forma autónoma e irrespetuosa. Pero el segundo engaño es cometido muchas veces por padres cristianos que se sienten amenazados si el niño cuestiona cualquier cosa que le sea enseñada; a veces, ellos asumen equivocadamente que cualquier cuestionamiento consiste en rebeldía.

Esta etapa "arrogante" es una oportunidad de oro para enseñar a los estudiantes las leyes de la lógica y de la argumentación. Cuando el niño desea argumentar, se debe enseñar a ella la argumentación apropiada y responsable. El estudio de la lógica formal debería comenzar a esa edad (11 a 13 años) y su aplicación a todos los demás asuntos debería ser alentada. Al mismo tiempo, se debe mantener el respeto a la autoridad de los padres. No se debe permitir que los niños bajo ninguna circunstancia pierdan la paciencia: "¡Madre, eso es una falacia naturalista!". No hay mejor oportunidad para enseñar a respetar a los demás que al exigir un análisis diligente y cuidadoso de sus declaraciones y argumentos.

La tercera etapa es la etapa “retórica”. En los años de secundaria, los niños se vuelven más preocupados por la apariencia, y ellos deben ser enseñados a presentarse bien, comunicando sus creencias de forma digna. [1]

No se excluye a la teología del proceso. Por ser la reina de las ciencias, la cosmovisión cristiana es central. Por ejemplo, en la etapa gramatical, los niños memorizan los versículos, el orden de los libros y las doctrinas básicas de la Biblia. En la etapa dialéctica ellas aprenden a considerar varios problemas a la luz de la Palabra: "¿La acción de las parteras hebreas, de mentir al Faraón, fue correcta?". En la etapa retórica, aprenden a usar lo que han aprendido, incluyendo cómo presentar la fe cristiana y defenderla.

Este es el esbozo general de la educación que tenemos en mente. Para llenar su contenido, recurrimos a breves excursiones al lenguaje, imaginación, latín, lógica, retórica y cosmovisión, así como a algunos de los aspectos de la educación clásica. Es muy fácil hablar sobre cualquier método educativo como si fuera un emprendimiento sólo intelectual, sin ningún vínculo con el cuerpo. Sin embargo, el cristianismo ama el cuerpo y la creación, y un aspecto central de este concepto es el ejercicio de la imaginación. Volveremos a este aspecto del contenido en primer lugar.

La gloria del lenguaje y de la imaginación

El lenguaje siempre consistió en el núcleo de la educación clásica. Sin embargo, el lenguaje es algo bastante extraño. Los bebés pueden usarlo, pero involucra misterios no develados por los estudiosos más profundos. Su apariencia tan simple puede transformar el mundo de dentro hacia fuera.

Estamos tan acostumbrados al lenguaje que podemos pasarle por encima bostezando, en especial cuando el tema es la educación. Tendemos a pensar que el lenguaje representa sólo una herramienta útil, como una tabla de multiplicación o un lápiz. Sin embargo, el lenguaje une varias partes de la vida de forma poderosa. Es mucho más que una simple herramienta. La Escritura coloca el lenguaje en el centro de muchas cosas.

Dios creó el mundo hablando. La Caída provino de un discurso falso. La Ley surgió bajo la forma de "Diez Palabras". La redención proviene de la Palabra hecha carne. El Espíritu fue derramado por medio de las lenguas de muchas naciones. Al final, seremos juzgados "por cada palabra frívola" proferida.

¿Qué hace que el lenguaje sea tan fundamental? Tal vez tengamos algún indicio en la propia encarnación. En ella, lo invisible se hizo visible. La segunda persona de la Deidad asumió carne y hueso. Algo así ocurre cada vez que hablamos o escribimos. El mundo invisible de nuestra personalidad asume características físicas, mediante letras mal trazadas con tinta o sonidos de la voz. En todo caso, las cosas ocultas serán reveladas.

Sin embargo, algo más también ocurre. No se trata sólo de la revelación de lo invisible, no importa cuán misterioso sea. También ocurre un cambio. El mundo se transforma. Cuando Dios habló, la creación estalló en existencia. Cuando la Palabra tomó para sí carne, la historia fue revertida. Lo invisible re direccionó lo visible de nuevas formas. En estos dos casos, el "subjuntivo" (lo que podría ser) moldeó "lo que es". La imaginación divina rediseña las cosas en el lenguaje y, en consecuencia, las altera en el mundo material - él "llama a la existencia a cosas que no existen" (Rom. 4.17).

Como criaturas, podemos crear cambios de forma similar. La imaginación, por medio del lenguaje, nos ayuda a captar un mundo diferente de lo que nos rodea. El mundo imaginario a menudo transforma las cosas, para que podamos ver con más claridad donde el cambio se hace necesario. Uno de los mejores ejemplos bíblicos de esto es la reprensión de David por Natán. A fin de tener a Betsabé, David hizo que su marido fuera muerto. Cuando Dios envió a Natán, el profeta, para reprender a David, el Señor le mandó a contar a David el relato de un hombre pobre y su corderita. En otras palabras, Dios hizo que Natán use el mundo imaginario del lenguaje para influir en el mundo real. David se enfureció por la injusticia del "mundo" de Natán. La imaginación es capaz de reorganizar el mundo y romper la pared del pecado.

Pero esto no para aquí. No se trata sólo de poder describir mundos imaginarios por medio del lenguaje. Incluso las piezas más comunes del lenguaje exigen la imaginación. Por ejemplo, hablamos de las dificultades personales como si fueran de hecho algo pesado (fardos) y de objetivos como si fueran blancos ("estoy a la caza de un empleo"). Hablamos de la belleza como fuerza física ("ella me atrapó") y de la mente como una máquina ("estoy un poco oxidada"). En la Escritura, la gracia produce "fruto", la fe es una "sustancia", y Cristo es un "león". En todos estos casos, imaginamos algo a la sombra de otra cosa; damos nombre a un poco de la creación a la luz de otra parte de la misma. Esto sucede casi todo el tiempo en el lenguaje del día a día, pero es tan común que tendemos a observar sólo los actos más llamativos del lenguaje encontrados en historias y poemas.

El lenguaje, entonces, no sólo revela lo invisible, sino que nos permite renombrar el mundo y cambiarlo. Sin duda, alguien puede decir con fidelidad ("Cristo es un cordero") o con rebeldía ("Cristo es un mosquito"). No todo acto de nombramiento produce el tipo correcto de cambio. Muchos pueden engañarnos y permitir que las imaginaciones no cristianas regulen la vida cristiana. Por eso necesitamos cuidar de nuestro lenguaje y examinar las imágenes que con tanta frecuencia se evocan en medio de la vida cristiana. Pero si intentamos hablar y dar nombres con fidelidad, el lenguaje puede ayudarnos a transformar el mundo para mejor. Cuando Dios cambió el nombre de los santos en la Escritura, Él estaba empezando en ellos un nuevo curso, una nueva creación. Identificar con propiedad, compasión, justicia, tiranía y celebración en contraste con las mentiras populares coloca a la imaginación cristiana en contacto con el mundo real. Nuestro lenguaje nos ayuda a reorientar la imaginación, y la imaginación re direcciona al mundo por la mano de Dios. En sentido más positivo, usamos el lenguaje no sólo para cambiar el mal, sino para crear lo bello. Todas las artes comienzan con imaginación y lenguaje. Ellas nos permiten ver las cosas de otras maneras, de maneras creativas; rediseñan el mundo y nos pueden despertar de la pereza. Pueden recordarnos que debemos amar lo bello y despreciar el mal. De manera similar, la risa viene del uso de la imaginación liderada por el lenguaje para alinear el mundo de formas extrañas, que no encajan. Nuestra risa dice: "No, no debe ser así". La creatividad, el deleite y la risa implican imaginar algunas partes del mundo en términos de otras.

Pero todas estas partes de nuestra santificación - contar historias, gobernar, crear, deleitarse - exigen que prestemos atención a las artes del lenguaje. Si abrimos otros mundos por medio de idiomas extranjeros o antiguos o aprendemos a escribir poesía o formamos la creación de modelos imaginarios para las ciencias, necesitamos conocer muy bien las sutilezas e imágenes que permean nuestro lenguaje. Necesitamos dominar los aspectos básicos de la gramática, del vocabulario y del lenguaje figurado antes de que podamos reflexionar sobre el uso creativo del lenguaje por Dios con efectividad. Todo modelo educativo que minimiza el lenguaje y la imaginación procura alcanzar el fracaso de forma desesperada. La educación clásica y cristiana se deleita en las dos, el lenguaje y la imaginación.

Imaginación y ficción

El lenguaje y la imaginación son más poderosos en la ficción. Deberíamos asustarnos cuando escuchamos a los padres cristianos proclamar sin dudar el deseo de que sus hijos no escuchen cuentos de hadas o ficción de ningún tipo. Esto parece una sentencia de muerte. Parece que el padre dice: "Realmente espero crear imbéciles y pervertidos para la gloria de Dios".

La imaginación bien entrenada es crucial para hacer juicios morales y racionales. La ética y la lógica asumen la imaginación como punto de partida. Quien carece de una imaginación dinámica no podrá crecer con una sabiduría madura. Siempre estará atrapado en entornos mentales muy estrechos y egocéntricos, siguiendo reglas infantiles. En el caso de la moral, muchos pensadores señalan el hecho de que los juicios morales implican el acto imaginativo de ponerse en el lugar de la otra persona, el acto de la simpatía. Incluso los mandamientos más simples y, sin embargo, profundos: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mt 22,39) y "Mi mandamiento es este: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado a ustedes" (Jn 15,12). ) - requieren que imaginemos a una persona como otra, una situación en términos de la otra, Cristo como nosotros. Esto implica una transferencia metafórica profunda e imaginativa. Y debe ser aprendido; Las implicaciones son mucho más sutiles. Del mismo modo, cuando rezamos "y perdona nuestras deudas, así como hemos perdonado a nuestros deudores” (Mt 6.12), invocamos (llenos de terror) una realidad imaginada y pedimos que se nos aplique. En relación con otras personas, se nos ordena imaginarnos y tratarlos con "humildad, considerando cada uno a los demás superiores a sí mismos" (Fil. 2.23).

No solo el amor, sino también la fe y la esperanza implican una imaginación muy creativa. La fe, sin lugar a dudas, "es la certeza de las cosas que se esperan, la convicción de los hechos que no se ven" (Heb. 11.1). Más concretamente, Abraham "creyó contra toda esperanza, creyó, para convertirse en el padre de muchas naciones" (Rom. 4:18). Esto se explica en términos de la imaginación de Abraham: "porque consideró que Dios era poderoso incluso para resucitar a [Isaac] de la muerte" (Heb. 11:19).

Ahora, ¿dónde deberíamos aprender cómo diseñar estos patrones y esquemas de imaginación bastante complejos necesarios para la fe, la esperanza y el amor? ¿Realmente deberíamos creer que suplantaremos la imaginación de nuestros hijos durante veinte años y luego, por arte de magia, esperaremos que tengan la capacidad de imitar a Cristo o Abraham? Eso sería equivalente a hacer que un niño se quede quieto durante toda su infancia para poder correr en los Juegos Olímpicos cuando tenga 20 años. Las piernas tambaleantes no estarán a la altura de las expectativas. Y será demasiado tarde para comenzar. Lo mismo es cierto con la imaginación.

No solo los juicios morales sufren con una imaginación defectuosa. El razonamiento adecuado también. Uno de los mitos comunes sobre la lógica es su capacidad para librarnos del mundo "desagradable" de la metáfora y de la imaginación. Casi todos los textos de lógica intentan explicar la razón de la reducción o retirada de la metáfora del discurso lógico. La lógica no puede lidiar con el lenguaje figurativo, por lo que debe reducirse a la literalidad. Como explica un texto clásico de lógica matemática: "El uso del lenguaje formal nos permitirá escapar de la vaguedad y las ambigüedades del lenguaje natural". [2]

Sin duda, la ironía es que la lógica misma emerge de algunas metáforas muy básicas y poco después olvidadas. Lea un texto lógico algún día en busca de las diversas metáforas fundamentales que hacen gran parte del trabajo duro real en la lógica. Tomar por ejemplo, el popular texto de nivel universitario de Merrie Bergmann, en el que el "argumento" se define en términos de algo similar a una pila de panqueques: "Un argumento es una serie de oraciones, entre las cuales se toma una (la conclusión) para apoyar las oraciones restantes (las premisas).” [3] Pero las proposiciones y oraciones no son ladrillos o panqueques. Este tipo de mapeo metafórico de objetos concretos por la lógica abstracta no termina en definiciones introductorias.

La naturaleza misma de la inferencia lógica se define regularmente en términos de un camino metafórico de algún tipo. Richard Mark Sainsbury y muchos otros explican que "una manera en que las premisas pueden proporcionar una buena razón para una conclusión es la conclusión que se deriva de las premisas". [4] Pero las premisas no "siguen" nada en sentido literal, como lo hace un elefante o un río. Cuando Sainsbury comienza a explicar el significado de "seguir", continúa con una metáfora: "El lógico quiere decir que los argumentos son válidos en virtud de su estructura o forma, lo mismo en cada caso". [5] Y así, la inferencia es ahora pensada en términos de moldes de algún tipo, rara vez se especifica lo contrario.

Todo en la moralidad y en el razonamiento implica imaginación y metáfora. No puedes despegar sin él. Y uno aprende a ejercitar la imaginación en las historias, especialmente en ficción, fantasía y cuentos de hadas. Sin embargo, más profundo que la moralidad o la lógica es la importancia de un sentido de juego para todo en la vida. Es una alegría y fascinación con la creación y la vida que la imaginación promueve sobre el todo. Esto vale para todo, incluyendo la parte que toca a los padres y en lo que los hijos se convierten.

La educación clásica y cristiana en el hogar debe basarse en el lenguaje y la imaginación. A menudo, las familias tienen más oportunidades para este tipo de actividad que las escuelas institucionales. Todas las disciplinas tradicionales: historia, matemáticas, geografía, etc., encuentran su lugar en este contexto de imaginación y asombro. El latín, la lógica y la retórica, son disciplinas de especial importancia para la educación clásica. Ahora nos dirigiremos a ellas.



Notas:

1 Dorothy Sayers, “The Lost Tools of Learning”, in: Recovering the Lost Tools of Learning (Wheaton: Crossway Books, 1991), p. 145-64.

2 Herbert Enderton, A Mathematical Introduction to Logic. New York: Academic Press, 1972, p. 15.

3 The Logic Book. New York: Random House, 1980, p. 6.

4 Logical Form: An Introduction to Philosophical Logic. Oxford: Blackwell, 1991, p. 8. 5 Ibid., p. 30.

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