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Filosofía para principiantes

Por: Dr. R.C. Sproul



¿Por qué estudiar filosofía?

Verano de 1959: fue mi segundo año en la facultad y marco el fin de “década de los días felices” . El amado “IKE”1 aun ocupaba el Salón Oval, los New York Yankees aun dominaban la liga principal de béisbol, y faltaba un año para la turbulenta década del 1960. Mi mayor preocupación era un empleo para las vacaciones. Varios amigos, estudiantes de ingeniería, habían encontrado trabajos bien remunerado para el verano, que pagaban bastante más que el salario mínimo. Mis perspectivas eran pesimistas: yo era estudiante de filosofía. En los diarios, no encontré ni un anuncio de empleo para filósofos. Mi única alternativa era un trabajo que no exigiera cualificación y pagara un salario mínimo. Así, me contente al encontrar una vacante en el departamento de manutención de un hospital.

Cuando el celador supo que yo era estudiante de filosofía, me entrego una escoba y dijo: “toma. Puedes pensar todo lo que quieras, apoyado en el cabo de esta escoba”. A mis colegas de trabajo les pareció graciosa su ofensa. Entre otras responsabilidades, yo tenía que barrer la calle y el estacionamiento frente al hospital.

Durante mi primera semana en el empleo, conseguí barrer toda mi área. Mi territorio acababa donde el acceso al hospital limitaba con el alojamiento de las enfermeras. Halla vi a otro hombre barriendo el estacionamiento adyacente. Él me hizo una seña, nos presentamos e intercambiamos gentilezas. Cuando yo le dije que era estudiante universitario, el pregunto lo que estudiaba. En el momento que oyó “filosofía”, su rostro se iluminó y sus ojos brillaron. Despejo sobre mi un sin numero de preguntas sobre Descarte, Platon, Hegel, Kant, KierKegaard y otros. Yo estaba atónito delante del conocimiento de aquel hombre, era evidente que él conocía filosofía mucho más que yo.

Pensamientos “peligrosos”

Encontré muy extraño que un hombre cuya principal ocupación era barrer calles pudiese ser tan versado en el campo abstracto de la filosofía. Toda aquella conversación me pareció extraña. Yo tenía que preguntarle como sabia tanto sobre filosofía. Su historia era de las que hacen llorar.

Mi nuevo amigo era de Alemania. Obtuvo el grado de Ph. D. en filosofía y había sido profesor de filosofía en Berlín. Cuando Adolf Hitler llego al poder, los Nazis no se contentaron con encontrar una “solución definitiva” para judíos y gitanos. Ellos también intentaron eliminar a intelectuales cuyas ideas no combinasen con los “valores” del tercer Reich. Mi amigo perdió su cargo. Cuando se arriesgo a hablar contra los nazis, su esposa y sus hijos fueron arrestados y ejecutados. Él escapo de Alemania solo con su hija más pequeña.

Le pregunte porque no estaba aun dando clases, y él dijo que la enseñanza de la filosofía destruía la vida de sus seres queridos y arruinaba la de él. Con lágrimas en los ojos, dijo que ahora vivía solo para su hija.

Cuando oí la historia de ese hombre, yo tenía 20 años de edad. Para mi la Segunda Guerra Mundial era un recuerdo muy vago. Para quien tiene 20, 14 años parecen una eternidad. Pero para mi amigo alemán, que ya había pasado los 50, los años de la guerra parecían haber sido ayer. Sus recuerdos del pasado eran todo menos vagos.

Mis pensamientos se detuvieron en una cosa mas aquella mañana, que es la razón por la que estoy contando esta historia aquí. Yo estaba empuñando una escoba porque vivía en una cultura que da poco valor a la filosofía y tiene poca estima por quien gusta de ella. Mi amigo, sin embargo, estaba con una escoba en las manos porque venia de una cultura que daba gran valor a la filosofía. Su familia fue destruida porque Hitler sabía que las ideas son peligrosas. Hitler temía tanto a las consecuencias de las ideas de mi amigo que hizo todo lo que podía para eliminarlo- juntamente con sus ideas.

Usted, al leer este libro, probablemente no esta fuera de casa, leyendo a la luz del sol, ni dentro, a la luz de las velas. Es muy probable que este leyendo en una sala iluminada por luz artificial. ¿De donde vino esa luz? Usted probablemente llego en auto al lugar en que esta ahora. ¿De donde vino ese auto? Es probable que no exista una letrina en su patio. Su casa probablemente tiene agua de red y cloaca. ¿de donde vino todo eso?

Pregunto sobre cosas prácticamente desconocidas hace poco menos de un siglo, pero que ahora consideramos esenciales a nuestra vida diaria. Estas cosas practicas existen porque alguien comenzó a pensar en ellas (tal vez apoyado en una escoba), antes que fuesen inventadas o creadas. La idea precedió al producto, y generalmente es así como la cosa funciona.

No todas las ideas generan productos tangibles. Algunas son temerarias. Pero incluso las ideas fantasiosas de un soñador a veces son formuladas y se transforman en conceptos que tienen consecuencias enormes.

Pensamientos fundamentales

La filosofía nos obliga a pensar en términos de fundamentos. Con fundamentos quiero decir los primeros principios o verdades básicas. La mayoría de las ideas que moldean nuestra vida son aceptadas (por lo menos al principio) sin mucha crítica. No creamos un mundo o ambiente de cero y después vivimos en él. Entramos en un mundo y en una cultura que ya existen y aprendemos a interactuar con ellos.

Por ejemplo: pocas personas hoy día debaten las virtudes del impuesto de renta escalonado o por prendas, en que un grupo de personas paga no solamente cantidades mayores, sino también un porcentual mayor del que gana (tan diferente del diezmo- la “alícuota única” de Dios). Raramente alguien cuestiona si este esquema es justo, porque esta en vigor hace mucho tiempo. Es una realidad que se acepta. Cuando fue instituido, sin embargo, este sistema fue blanco de enormes controversias.

Tampoco se ven muchas discusiones sobre teoría política o legal, como las que marcaron el Iluminismo. En aquella época, cuando las estructuras de la monarquía estaban dando lugar a nuevas formas de gobierno, las personas se concentraban en la teoría fundamental. Hoy en dia, sin embargo (a no ser tal vez en juicios de impeachment), raramente oímos discusiones sobre la diferencia entre republica y monarquía. Tampoco vemos controversias acaloradas sobre fundamento de leyes (salvo cuando Clarence Thomas, indicado para la suprema corte de los EEUU, aludió a la ley natural durante su sabatina en el senado norteamericano y el senador Joseph Biden respondió con una replica mordaz).

La constitución de los Estados Unidos fue escrita hace más de 200 años. Esta idea ya fue solidificada. Hoy en dia ella es solo complementada con una nueva legislación aquí y una nueva decisión judicial allí. No importa si ya alteramos el original al punto de dejarlo casi irreconocible y corremos el riesgo de que algunos tiros salgan por la culata.

Nosotros entramos en el juego mucho después de que él fue creado. Las reglas fueron establecidas, y los limites, colocados. Quedamos admirados al ver a Descartes demorar tanto y pensar tan profundamente para concluir que él existe. A esto lo encontramos gracioso y pensamos que es una perdida de tiempo probar algo que todos sabemos que es verdad, que existimos. O quedamos admirados al ver a Kant pasar toda su vida analizando como sabemos todo lo que sabemos, si, de nuestro punto de vista, simplemente sabemos.

¿Será que sabemos? Pensadores como Descartes y Kant no estaban simplemente contemplando su propio ombligo. El pensamiento fundamental desnuda todas nuestras presuposiciones, para poder descubrir cuales son falsas e incluso letales. El pensamiento fundamental esta interesado en la diferencia entre verdad y falsedad porque le importa el bien y el mal. La antigua máxima aun vale: “vida no evaluada no vale la pena ser vivida”. Para cualquier pensador serio, especialmente para el que dice ser cristiano, una vida no evaluada no es una opción valida.

Si mi pensamiento no tiene valor en el mercado o no es bien recibido en el tribunal de la opinión publica, siempre puedo volver a barrer estacionamientos. Lo que no puedo es no pensar. No pensar es impensable.

Este libro no fue escrito para filósofos, sino para laicos – aunque bien informados. Espero que pueda servir de aperitivo que nos motive a profundizar en los estudios del pensamiento teórico. Evite intencionalmente los detalles técnicos, que acostumbran intimidar a los laicos. Más allá de recurrir a las fuentes directas, me apoye en especialistas en historia de la filosofía: Roger Scruton, Gordon Clark, Samuel Stumpf y otros 2. Espero que usted se beneficie de esta visión general de la historia de las ideas.

R. C. Sproul

Orlando, Enero del 2000

Notas

1. Referencia a Dwight Eisenhower, entonces presidente de los Estados Unidos.

2. Roger Scruton, From Descartes to Wittgenstein: a short history of modern philosophy (Boston, Routledge and Kegan Paul, 1981; Gordon Clark, Thales to Dewey: a history of philosophy (Boston, Houghton Mifflin, 1957); Samuel Stumpf, Socrates to Sartre: a history of philosophy (Nova iorque, McGraw- Hill, 1966).

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