Filosofía para principiantes: Friedrich Nietzsche, Un existencialista ateo
- Los pensadores
- 6 jul 2020
- 15 Min. de lectura
Por: Dr. R.C. Sproul
En la pared de una estación de metro en New York esta pintada la siguiente declaración:
“Dios está muerto”-Nietzsche
“Nietzsche esta muerto”- Dios.
El movimiento llamado “Teotanatologia” (la “ciencia de la muerte de Dios”) tiene sus raíces en Friedrich Nietzsche. El trabajo filosófico de Nietzsche, sin embargo, va mucho mas allá de su epitafio para Dios, o de haber inspirado, como algunos dicen, el loco sueño de Adolf Hitler de crear una súper-raza Aria de Nazis de cabellos rubios y ojos azules. (Se dice que Hitler, pintor de casas en Baviera antes de volverse Fuhrer del tercer Reich, dio copias de Así hablo Zaratustra (1) a sus amigos Nazis en navidad.)
Nietzsche nació en 1844, nieto de un pastor luterano. Su primer nombre fue inspirado en el rey de Prussia. El padre del niño murió cuando tenia apenas 4 años de edad, y fue criado por una familia extensa compuesta de mujeres: Su madre, hermana, abuela y dos tías solteronas. Algunas personas especulan que él fue sometido al “abuso infantil” por haber estado en medio de un confuso grupo de mujeres luchadoras, pero esto seria mero revisionismo o redacción periodística. La verdad es que Nietzsche demostró una capacidad intelectual prodigiosa desde joven, y fue nombrado profesor en la universidad de Basilea con la edad de 24 años.
Antes de desentenderse con Richard Wagner (el compositor favorito de Hitler), Nietzsche estaba bajo el encanto de la música de Teutónica de Wagner. “si alguien quiere librarse de una presión intolerable, precisa Hachis”, observo Nietzsche alguna vez. “bien, yo precisaba de Wagner”. La breve vida de Nietzsche (el murió en el 1900 con la edad de 55 años) fue marcada por serios problemas de salud que se repetían. Con 34 años dejo su cargo de la universidad por causa de enfermedades, y se fue de viaje por Europa procurando una cura. Paso sus últimos 11 años en un sanatorio, sometiéndose a un tratamiento por demencia incurable, al parecer causada por una grave infección del cerebro. Durante este periodo sufrió tales desvaríos que se identificaba con Jesucristo, al punto de identificarse en sus cartas con la expresión “el crucificado”. Se dice que su hermana, que en parte era responsable de su cuidado, vendía entradas a las personas que querían ver personalmente a su famoso hermano, ahora demente.
Si hay una palabra que capta el Zeitgeist de la Europa del siglo XIX esta es evolución. La idea de evolución no se restringió al campo de la biología, sino que formaba parte de diversas filosofías de la historia que surgieron en esa época, como las de Hegel y Marx, y del “Darwinismo social” de Herbert Spencer. Algunas personas tacharon a Nietzsche del “filosofo de la evolución”. Él, en verdad, rechazo buena parte del pensamiento de Darwin, pero aun así fue muy influenciado por él. Nietzsche extendió la hipótesis evolucionista más allá del desarrollo físico de animales, al punto de hacer de la religión, filosofía y lógica productos de la evolución. Sin embargo, cuestiono la idea de que la humanidad este presa a un espiral de progreso ascendente. La evolución, para Nietzsche, no acontece según algún plan teleológico (lo que incluye un resto de la idea de Dios); ella es casual y, especialmente, en el caso del ser humano, no siempre favorece el avance de las especies superiores. Incluso puede obstaculizarlo.
Como Kierkegaard, Nietzsche rechazo el ideal Hegeliano y entendía que la cultura de la Europa del siglo XIX no estaba avanzando, sino declinando. Kierkegaard había reclamado que su generación era apática, sin sentimientos; Nietzsche reclamo que su generación estaba en decadencia. La decadencia es un proceso, tal vez de evolución, a pesar que, en este caso, el termino devolucionario sea mas apropiado. Decadencia, como la palabra indica, es un proceso, no de crecimiento, sino de descomposición, no de generación, sino de degeneración.
Nietzsche atribuyo buena parte de esta decadencia a la influencia negativa del cristianismo. Con su énfasis en la mansedumbre y en la sumisión a la divinidad, dice Nietzsche, la tradición judeocristiana aplasta al espíritu fundamental de la humanidad. La debilidad toma el lugar de la fuerza, y la compasión sustituye a la osadía y al coraje.
Así como Kierkegaard, Nietzsche es un filósofo existencial. Sin embargo, donde kierkegaard es visto como el padre del existencialismo religioso, Nietzsche es considerado el padre del existencialismo ateo. Al declarar la muerte de Dios, Nietzsche atribuyo la muerte de la divinidad a una dosis fatal de compasión. “Dios esta muerto”, anuncio Nietzsche. “él murió de pena”. Nietzsche es satírico al decir que en el principio había muchos dioses, como los que habitaban el Olimpo. El monoteísmo surgió cuando uno de los dioses (Yahvé de los Judíos) se levanto y dijo: “ustedes no pueden tener otros dioses aparte de mi”. En ese instante todos los otros dioses, dijo Nietzsche murieron de tanto reír.
Al trabajar en su tesis de doctorado, Nietzsche estudio arte y filosofía griega clásica. Él observo el antiguo conflicto entre las figuras de Apolo y Dionisio. En estas figuras Nietzsche descubrió el antagonismo visceral dentro de si mismo, la antitesis entre la mente y la voluntad. Apolo encarnaba lo que es racional y ordenado. Él representa el ideal griego de orden y armonía. El arte de Apolo presenta simetría y proporciones perfectas. Sus esculturas no tienen defectos. La figura de Dionisio por otro lado, representa el elemento del caos. Dionisio era adorado en las antiguas bacanales, nombre oriundo de Baco, el dios de la uva y el vino. En el ritual antiguo, se obtiene la libertad mística de la inhibición de la razón pasando a un estupor de embriagues y orgía. En este frenesí dionisiaco, la persona pierde su identidad individual y emerge en una unión mística con “alguien” trascendente, el “alma suprema”.
Para Nietzsche el ideal de Apolo es concretado en el intelectualismo de Hegel, y el humor de Dionisio, en el voluntarismo de Arthur Schopenhauer. El modelo de Dionisio ofrece entrada a una correntada dinámica de fuerza vital marcada por la pasión y expresada en la música que despierta una sensación de abandono.
A veces Nietzsche es presentado como si hubiera escogido el modelo de Dionisio en oposición al de Apolo, pero esto no es correcto. Nietzsche creía que la gran realización de la cultura griega fue unir estos dos elementos. Lo que él lamenta en la cultura moderna es la negación total del elemento de Dionisio y de su legitimidad. Él culpa al cristianismo de prohibir a Dionisio de la respetabilidad pública y dejar al mundo con un idealismo que, fundamentalmente, niega una fuerza vital critica para la realización humana y la existencia humana autentica.
La voluntad de Poder
Nietzsche creía que Darwin dio demasiada importancia a la ley natural de la auto- preservación. La simple auto- preservación o supervivencia de la especie, no puede “salvar los fenómenos” de la naturaleza. En la naturaleza, el poder de crear nuevas formas, frecuentemente trae muerte en vez de vida. La fuerza mas fundamental en la vida no es la auto-preservación, en la opinión de Nietzsche, sino lo que él llama voluntad de poder.
La voluntad de poder puede estar ligada a paradigmas modernos como los intentos de las personas de subir a la sima de la pirámide, una versión moderna del “rey en lo alto del monte”. En las categorías psicológicas, la voluntad de poder es la aspiración por importancia, la búsqueda del “sentido” en la vida. Las personas quieren que su vida haga la diferencia. La búsqueda de la dignidad y posición puede reflejar estas aspiraciones. Desde la perspectiva cristiana, la voluntad de poder es la noble aspiración desenfrenada de la importancia.
La posición de Darwin es demasiado pasiva para Nietzsche. Darwin enfatiza el proceso de adaptación al ambiente y a los cambios ambientales. Nietzsche insiste en que la vida es activa; ella ejerce poder y se mueve en dirección al crecimiento y la expansión. La vida no se contenta con sobrevivir o preservar el estado de las cosas.
La diferencia puede ser vista en el mundo de los negocios. Las empresas son exitosas solo cuando continúan creciendo y expandiéndose. Cuando una empresa entra en “ritmo de manutención”, preocupada en proteger su posición del momento, en verdad decidió cerrar, solo que aun no fijo la fecha para esto. La necesidad de auto preservación es el mero resultado de una condición aflictiva. La voluntad de poder, por otro lado, se esfuerza por producir mas en un ritmo mas veloz y con mas frecuencia. Se vive a costa de los otros. Para que alguien pueda vencer la lucha por el poder otro tiene que perder. No puede haber vencedero sin vencidos o derrotados. La naturaleza no es bella y linda, sino sucia y llena de desperdicios.
La voluntad de poder, para Nietzsche, en verdad, es voluntad de exceder. “la voluntad de vivir mas fuerte y elevada, no encuentra expresión en la lucha miserable por la sobre vivencia, sino en la voluntad de guerrear”. Los valores morales absolutos, como los que son impuestos por el cristianismo y por el judaísmo, son deshumanos y deshumanizadores; su ideal de paz niega la aspiración más natural de la raza humana. Al alienar al ser humano de su naturaleza básica ellos generan apenas vidas estragadas y remendadas.
La moralidad del rebaño
Nietzsche hace distinción entre “moralidad del rebaño” y “moralidad del señor”. La primera, también llamada moralidad del esclavo, es la de aquellos que buscan seguridad. Ella surge en los segmentos más inferiores y bajos de la sociedad, en los débiles, en los oprimidos, en los que no tienen confianza. Ella promueve las “virtudes” que ayudan a aliviar el dolor y la aflicción: empatia, paciencia, bondad, humildad y así en adelante (estas cualidades suenan muy parecidas con las que Gálatas 5 llama fruto del Espíritu Santo).
La moralidad del rebaño o del esclavo, para Nietzsche, tiene su utilidad. (Utilitarismo es la ética social que procura el mayor bien para el mayor numero de personas, sacrificando los deseos de los pocos, o de los superiores, a favor de los deseos de los muchos.) La moralidad del esclavo beneficia a los débiles. Los que la adoptan son como ganado, como ovejas sin inteligencia, que buscan confort y seguridad en el rebaño. Esta moralidad esta enraizada en el miedo y es impulsada por él.
En términos históricos, la moralidad del rebaño consiguió vengarse de los patrones superiores. Ella define las cualidades de los fuertes y valientes como defectos: quien acumula riqueza es un ganador, quien obstine poder es tirano.
La moralidad del señor, según Nietzsche esta en fuerte oposición a la moralidad del esclavo. El señor marcha en otro ritmo. La moralidad del señor es noble en el sentido de ser la moralidad de la nobleza. Para quien es noble, malo es lo que es vulgar, pedestre, plebeyo. El patricio autentico, diferente de la plebe, cree que genera sus propios valores y moralidad. Él es señor de su destino; él controla su futuro. No depende del grupo para aprobar sus acciones; es su propio juez. Él busca su propia gloria al ejercer su voluntad de poder. Él es el siervo alfa que derrota a todos los que cornean contra él. Tiene el poder en alta estima y honra solo a los fuertes. Exige lo máximo de si mismo, asumiendo tareas rigurosas que aumentan su fuerza.
En términos históricos, dice Nietzsche, la casta noble es encontrada en los bárbaros. Antes de exhibir su dominio físico sobre las personas, ellos desarrollaron la fuerza física para ejercer su voluntad de poder. Eran hombres completos o auténticos. Los bárbaros, sin embargo, acaban perdiendo porque las masas consiguen elevar ideales como paz e igualdad al nivel de normas de la sociedad. Con el surgimiento de la moralidad del rebaño, la naturaleza mas básica del ser humano fue negada, lo que, en la opinión de Nietzsche es la negación de la propia vida.
Este triunfo del rebaño, de acuerdo con Nietzsche, se baso en ultimo análisis, en la deshonestidad, los principales arquitectos de esta deshonestidad fueron los adeptos del judaísmo y del cristianismo. “considero al cristianismo”, Nietzsche observo cierta vez, “como la mentira mas fatal y seductora que jamás existió, la mayor y mas impía mentira”. Si Protágoras pensaba que “el hombre es la medida de todas las cosas”, Nietzsche declaro que la moralidad de un pueblo vil se volvió la medida de todas las cosas. En nombre de Dios, la ética del nuevo testamento fue impuesta a la civilización occidental, resultando en degeneración.
Por ejemplo, el cristianismo dice que debemos amar a nuestros enemigos, mientras que la naturaleza exige que odiemos a nuestros enemigos, pues ellos son obstáculos a nuestra voluntad individual de poder. Así, el cristianismo disuelve la energía vital de hombres fuertes subvirtiendo sus instintos biológicos naturales. Estos hombres son emasculados al insertar a “Dios” en la ecuación. El cristianismo consigue causar el odio contra la tierra y contra las cosas terrenas.
Al apelar a una reevaluación de la moral, Nietzsche no esta abogando por un nuevo sistema de moralidad basado en normas absolutas; él rechaza cualquier sistema así. Antes, convoca una revuelta contra la moralidad del rebaño predominante, desenmascarándola y denunciando su hipocresía. Es necesario mostrara que aquello que la moralidad del rebaño considera “bueno” no es verdadera virtud, sino un mero disfraz de la debilidad. La vida es voluntad de poder y nada más. El ser humano precisa ser libre para ejercer su naturaleza.
Es extraño que Nietzsche se queje de la “deshonestidad” de la moralidad tradicional. Aparentemente el piensa que la honestidad es una virtud trascendente y normativa, incluso para el señor. ¿Pero, y si la honestidad entra en conflicto con la voluntad de poder? Ella también tendría que ceder el lugar. Así, al atacar la moralidad del rebaño, Nietzsche se esconde atrás de una de las virtudes que esta intentando eliminar.
El super-hombre
El súper-hombre (Ubermensch) no tiene nada que ver con el héroe de las historietas. Nietzsche no tiene en mente al reportero de hábitos gentiles del diario Planeta. El súper-hombre de Nietzsche no tiene nada que ver con Jimmy Olson, ni con Lois Lane ni con un editor gruñón. El súper-hombre de Nietzsche tampoco es vulnerable a la criptonita. Su súper-hombre no precisa ser más rápido que una bala, más fuerte que una locomotora, o capaz de saltar sobre edificios altos con un solo salto.
El súper- hombre de Nietzsche es un conquistador. La naturaleza obtiene lo que es suyo por derecho, no por las masas que mal consiguen sobrevivir, sino por las pocas personas dotadas que son genios y súper-hombres. No se encuentran los súper-hombres en una raza del futuro cultivada por proyectos Arianos. Ellos son simples individuos superiores, como los que aparecen de tiempo en tiempo en la historia: Julio Cesar, Alejandro “El grande”, Napoleón Bonaparte.
Nietzsche describe al súper-hombre como una persona de extremo coraje, “coraje dialéctico”. Es un coraje que existe y es ejercido en medio de tensiones contradictorias. Nietzsche con frecuencia llamado el padre del Nihilismo, que afirma que no hay sentido fundamental en la existencia humana, no existe propósito, valor ni virtud trascendentes. En ultimo análisis, solo existe el Nihil-das nicht “la nada de la existencia humana”. En este escenario no existen virtudes. En el fondo, incluso el coraje no tiene sentido. Por esta razón Nietzsche llama a su propia idea de coraje “dialéctica”, pues ella actúa en el campo de la contradicción. La pregunta obvia es: ¿Por qué se valiente, si el coraje no tiene sentido? Nietzsche respondería: “¡aun así sea valiente!”.
El súper – hombre de Nietzsche, que es extremadamente valiente, es aquel hombre que, sabiendo que no existen valores, crea los suyos propios. Él lanza su navío en aguas aun no cartografiadas y construye su casa a los pies del Vesuvio. Él es el héroe de Ernest Hemingway, el matador que desafía a la vida y toma al toro por los cuernos, el viejo que enfrenta al mar solo. Él es James Dagney en The White Cliffs of Dover, que, después de una lucha reñida en el cielo, dirige su avión dañado contra el paredón blanco contra el cual chocan las olas en Dover, escupiendo al enemigo por el vidrio astillado de la ventana del piloto, mientras la tela se oscurece. Esta claro que, en la mañana siguiente, el sol brilla sereno sobre la calma marea de las costas calcáreas, en torno de las cuales vuelan los pájaros, mientras que el cuerpo del piloto y los restos de su avión están sepultados bajo toneladas de aguas en el fondo del mar.
El súper-hombre de Nietzsche presenta un equilibrio entre los elementos de Apolo y Dionisio. Él no es el resultado del progreso evolutivo, que sugiere un movimiento lineal de la historia; en lugar de esto, Nietzsche opta por una adaptación de los antiguos conceptos cíclicos de la historia. El film They shoot Horses, dont they? Muestra una competición de danza durante la Depresión, en el que las personas hacían cosas extrañas para entretenerse o para ganar un dólar. Para acelerar el ritmo y forzar a más parejas a desistir de la maratón de danza, el maestro de ceremonia anuncia un desfile, que exige que las parejas se muevan en la mitad del tiempo alrededor del perímetro de la pista de danza. El maestro de ceremonias, en tonos diabólicos, entona por el micrófono: “ellos están dando vueltas. Nadie sabe cuando pararan”. El desfile es un ejercicio extenuante para los competidores, uno de los cuales muere de ataque cardiaco. Este film esta encharcado de la filosofía existencialista. Él retrata concretamente la desesperación generada por una visión cíclica del tiempo. El mismo tema es tratado en el libro de Eclesiastés, en el antiguo testamento, que compara la vida “debajo del sol” (de la perspectiva de este mundo) con la vida “debajo del cielo”. La perspectiva que transmite desesperación y la futilidad fundamental “vanidad de vanidades”, es la del ciclo interminable del nacer y poner del sol, en el que no hay nada nuevo debajo del sol.
Nietzsche argumenta que, si la evolución tuviese una meta, ciertamente ella ya estaría reciclada a esta altura. El tiempo es infinito, causando la repetición continua de los estados del mundo. La revolución francesa siempre se repetirá, generando cada vez a un personaje como Napoleón. El mundo real es un océano sin fin de devenir. La única tendencia general y aparente es la manifestación de la voluntad de poder.
Parte de esta repetición eterna, dice Nietzsche, es la necesidad de la muerte de Dios. “Dios” es una mera ilusión sobre el absoluto, ilusión creada por la mente humana. Esta ilusión tiene que ser destruida para que la nueva era del Súper – hombre pueda alumbrar. Aquellos que crearon a Dios tienen que matarle. Tenemos que eliminar deliberadamente de nuestro pensamiento la propia idea de Dios. Entonces el sistema de moralidad del mundo y los parámetros cuya existencia se basan en esta idea serán destruidos.
Zaratustra, protagonista de Nietzsche, desciende de su montaña para declarar las terribles, pero buenas noticias de la muerte de Dios. Aquellos que dan oídos a su declaración comprenden que viven a la sombra de un Dios muerto y temen la consecuencia del Nihilismo. No se debe creer en Dios, porque él no es más creíble ni digno del apoyo humano. “lo que nos diferencia no es el hecho de no encontrar a ningún dios, ni en la historia, ni en la naturaleza, ni detrás de la naturaleza, sino el experimentar lo que ha sido reverenciado como Dios, no como [divino]sino como miserable, absurdo, pernicioso, no un mero error, sino un crimen contra la vida”, escribe Nietzsche. “negamos a dios como Dios. Si alguien nos probara a este dios de los cristianos, seriamos aun menos capaces de creer en él”.
La “lógica” de Nietzsche
Toda evaluación del pensamiento de Nietzsche debe examinar su epistemología. ¿Cómo se refuta a un filosofo que declara el absurdo desde el comienzo? Cuando lidio con apóstoles de lo irracional, siempre les pregunto porque se molestan en hablar. No veo mucho provecho en probar el absurdo de una posición cuyos defensores de antemano la anuncian como un absurdo. El acto más coherente de los filósofos irracionales seria, simplemente, cerrar la boca. Si no tienen nada que decir que tenga sentido (ya que no hay nada para decir que tenga sentido), ¿Por qué continuar balbuceando? Sin embargo, ellos insisten en hablar y escribir. En otras palabras, ellos argumentan a favor de “la verdad” de su posición, pero no hay base para la validez o invalidez de sus argumentos, pues ellos ya abandonaron la ley de la validez.
Cuando desafió a estos pseudos filósofos de esta manera, ellos responden que no tienen necesidad de ser coherentes o racionales, porque la realidad y la verdad tampoco son coherentes o racionales. De hecho, esto seria una defensa “racional” de la irracionalidad. Sin embargo, procurar justificar la irracionalidad por medios racionales, es presuponer de modo enfático exactamente lo que esta en discusión. Esto significaría causar la propia derrota, por el hecho de emplear las mismas reglas que se están atacando.
Alegar irracionalidad permite a un pensador ser irresponsable voluntariamente sin ser vulnerables a las críticas sobrias. Cuando señalamos incoherencias, contradicciones o errores, él siempre puede responder: “mire, yo le dije que mi posición es absurda”.
Se suele preguntar que haría Zenón de Elea con pensadores así. Su juego favorito, el argumento de la reductio ad absurdum, entraría en cortocircuito ¿Cómo podría reducirse al absurdo algo que ya es absurdo? ¡Que monumental perdida de tiempo! Cuando debato con alguien que alega irracionalidad, no veo ninguna necesidad de refutarlo; él ya lo hizo por mí. Le devuelvo el micrófono y le pido educadamente que describa su posición una vez más, solo que más alto. Si él declara que su alternativa al teísmo es el absurdo, él ya hizo todo lo que puedo esperar conseguir con mis argumentos a favor del teísmo. La única táctica que me resta es el ridículo. Tenemos que reírnos (hasta las lagrimas) de las posiciones que sus proponentes declaran ser absurdas.
Por irónico que parezca, sin embargo, la mayoría de los proponentes de lo absurdo se ofenden cuando son considerados proponentes de lo absurdo del absurdo. Ellos quieren ser considerados defensores irrefutables de lo absurdo, lo cual es un esfuerzo inútil. Porque si el argumento de Nietzsche (o de cualquier otro) a favor de la irracionalidad es verdadero, ¡entonces es falso!
El apóstol Pablo declara que Dios se manifestó claramente al ser humano, de modo que todo el mundo conoce su poder eterno y su divinidad, y no tiene excusas cuando no lo honra como a Dios. En consecuencia de su rechazo en reconocer lo que saben que es verdadero, ellos “se volvieron necios en sus razonamientos, oscureciéndoseles su necio corazón”. Pablo continua: “profesando ser sabios, se hicieron necios” (Romanos 1:21-22). Este testimonio apostólico responde a una de las preguntas más ineludibles de la historia del pensamiento teórico: ¿Cómo estudiosos brillantes como Tomas de Aquino y Nietzsche pueden llagar a cosmovisiones tan radicalmente opuestas? Si el espectro de posiciones filosóficas va desde le teísmo pleno, por un lado, hasta el Nihilismo por el otro, ¿Cómo genios pueden acabar tan lejos uno del otro?
Tal vez la respuesta este en esto: si, en las primeras etapas de la reflexión intelectual, la persona niega la existencia de Dios, entonces, cuanto mas brillante sea, mas lejos se apartaran sus pensamientos de Dios. La mayoría de los filósofos seculares acaba en algún lugar entre los dos polos, viviendo de capital prestado, del teísmo o del Nihilismo. Sin Dios, el Nihilismo por más tonto que sea, tiene más sentido que un humanismo hibrido o cualquier otra posición intermediaria.
A pesar de que yo no adopte la apologética presuposicional, reconozco que la existencia de Dios es la proto- suposición suprema de todo pensamiento teórico. La existencia de Dios es el elemento principal en la construcción de cualquier visión del mundo. Negar esta premisa maestra significa izar las velas para la isla del Nihilismo. Este es el continente más oscuro de la mente oscurecida, el paraíso final de los tontos.
Notas:
1. Friedrich NIETZSCHE, Thus spake Zarathustra. R.J. HOLLINGDALE (ed.), New York, Penguin, 1961 (en español, asi hablo Zaratustra, 1998).
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