Filosofía para principiantes: Jean –Paul Sartre, Literato y filósofo.
- Los pensadores
- 18 jul 2020
- 15 Min. de lectura
Por: Dr. R.C. Sproul
Durante la segunda mitad del siglo XX, la filosofía estuvo dominada por la filosofía existencialista (o fenomenológica), por un lado, y por la filosofía analítica por el otro. Del lado fenomenológico, los dos pensadores que predominaron fueron Martin Heidegger y Jean- Paul Sartre.
es raro en la historia del pensamiento que dos pensadores dominantes surjan de una fuente común. Un ejemplo es el antiguo triunvirato de Sócrates, Platón y Aristóteles, cuyo trabajo oscureció a todas las otras escuelas filosóficas en término de importancia. En el siglo pasado, sin embargo, testimoniamos otro triunvirato, que rivaliza con la escuela Socrática, pero que no llega a su altura: Edmund Husserl, Martin Heidegger y Jean – Paul Sartre. Estos tres están ligados por un hilo en común, que comienza con Husserl.
Edmund Husserl
Edmund Husserl (1859-1938) es reconocido generalmente como el padre de la fenomenológia moderna. Después de estudiar con Franz Brentano, Husserl enseño primero en la universidad de Halle, después en la de Göttingen. En 1916 se mudo a la universidad de Freiburg, donde dio clases hasta 1928. Por ser judío, se le prohibió participar de la vida académica de Alemania, después de 1933.
Reconociendo sus deudas con Descartes, Husserl hizo de la autoconciencia el punto de partida de su reflexión filosófica. La esencia de la personalidad humana esta en lo que llama intencionalidad. Él argumenta que el conocimiento inmediato que se tiene del estado mental propio, es el único fundamento seguro del entendimiento. Sin embargo, es necesario aislar lo que es intrínseco al estado mental y distinguirlo de todo lo que le es exterior. La “intencionalidad” de la mente hace el sentido esencial a todo acto mental.
Para husserl, el mero hecho de la conciencia no es la verdad mas clara de la experiencia humana; la conciencia es siempre conciencia de algo. La mente precisa “poner entre paréntesis” intencionalmente esta conciencia de las cosas. Esta separación es como un aislamiento de cualquier punto de vista objetivo. Husserl se niega a afirmar si el mundo existe o no. “para mi”, dice él, “el mundo no es mas que aquello de lo cual estoy conciente, y que parece valido en mis actos de pensamiento”.
Para Husserl, el mundo deriva su significado de la experiencia de los fenómenos de la persona. Él limita el campo de la filosofía a la experiencia fenomenal. El mundo es como mi conciencia pretende que sea. Nuestra comprensión de las cosas determina la esencia de las cosas; la esencia de las cosas no determina nuestra comprensión. Aquí vemos las raíces del credo existencial: “la existencia precede a la esencia”.
Martin Heidegger
Martin Heidegger (1889-1976), alumno de Husserl, se volvió su asistente en Freiburg en 1920, y lo sucedió en 1927. Muchas veces, Heidegger es contado entre los filósofos existencialistas, a pesar de insistir en que no era existencialista. Su principal objetivo era construir una nueva ontología o teoría del ser. La Mágnum opus de Heidegger fue titulada Sein und Zeit (ser y tiempo). (1) En los primero años del tercer Reich, Heidegger apoyo a los Nazis. Mas tarde se desilusiono con ellos, pero, por causa de su filiación anterior, se le prohibió enseñar en Alemania después de la guerra.
El punto de partida de Heidegger para la ontología es el ser humano. él lo define con el termino Dasein, que significa literalmente “estar allí”. El Ser humano no es una cosa; él es un ser, que esta siempre en el mundo, no una abstracción, sino un estar –en-el-mundo. El ser humano comienza viéndose en un estado que Heidegger llama “ser jugado”. El ser humano se ve como lazado, pasivamente en esta existencia peculiar. Él se juega en medio de la vida y es responsable por tomar la iniciativa de descubrir el sentido de su existencia. Esta suspendido precariamente en una situación Kierkegaardiana del tipo o/o. él puede interpretarse como una cosa (una cosa entre otras), o puede hacer de sus posibilidades la razón de su existencia. La elección es entre existencia no autentica, y existencia autentica.
La persona “no autentica” adopta posiciones no criticas y sus pensamientos giran en torno a los asuntos del día a día. Su alegría esta siempre a la merced de lo que acontece externamente. En cierto sentido, el diario y la televisión realizan su pensamiento por él. Su vida de raciocinio es un mero ejercicio de distracción para evitar la inquietud o el tedio, como un continuo ensimismamiento.
Otra manera de describir la existencia no autentica es que ella es absorbida por el simple pasar del tiempo. La vida es reducida a un mero pasatiempo. De hecho, es el elemento llamado tiempo el que presiona la cuestión. El tiempo es crucial para nuestra experiencia de “ser jugado”. Heidegger dice que conocemos el tiempo porque sabemos que vamos a morir. Tempos fugit es una realidad inflexible que nos sumerge en la existencia temporal. En cada momento de nuestra vida, en realidad, nuestro tiempo se esta acabando. Por encontrarnos siempre en el aquí y ahora (hic et nunc), nuestro sentimiento básico es de angustia, o “ansiedad”.
Como Sigmund Freud, Heidegger distingue entre miedo y ansiedad. El miedo esta relacionado con un objeto específico: un perro, una serpiente, el jefe, el pago de una hipoteca, u otra realidad externa que nos amenaza. La ansiedad es mucho peor, en términos de inquietud. Ellas es amorfa. No conseguimos identificar su objeto, pero ella pende como la espada de Damocles sobre nuestra vida. Podemos huir del objeto del miedo, pero escapar de la ansiedad es más difícil. La persona no autentica, al huir de sus miedos, lleva la ansiedad consigo.
La persona autentica dice no a todas las formas de escapismo. Ella enfrenta su ansiedad. La persona autentica entiende que la ansiedad puede ser tanto destructiva como constructiva. Ella puede causar la huida a la inautenticidad, o puede ser el catalizador para la libertad. La persona se vuelve autentica al tomar las decisiones acertadas.
La persona no autentica busca seguridad en la normalidad. Ella niega su singularidad volviéndose “mediana”. En este sentido actúa de manera semejante a un integrante del “rebaño” de quien habla Friedrich Nietzsche. Ella cree lo que se espera que crea, en concordancia con las convenciones sociales. Suprimiendo la sensación de urgencia de ser mejor, se nivela y se vuelve “como todo el mundo”. Ella se despoja de la responsabilidad de sus decisiones y, con esto, de su existencia. Ella somete su ego y adopta el punto de vista de una victima. Pero ni siquiera así escapa de la ansiedad, un modo ineludible del ser del hombre. Recordemos que la ansiedad no tiene objeto. No es una cosa, es “nada”, para ser exacto. La ansiedad expresa la amenaza de la “nada” (o nihil) en nuestro ser. La muerte es inevitable.
La persona autentica enfrenta la amenaza de la nada. Ella sabe que no puede escapar de sus limitaciones, principalmente de su temporalidad y finitud. La persona conquista esto por la simple determinación. Intenta concretar su potencial en la medida más plena. Ella encara la nada a cada momento, viviendo, por así decir, frente de si misma. Ella enfrenta el futuro asumiendo toda la responsabilidad de su pasado. Decide aceptar el pasado y confrontar su destino con intencionalidad.
Esto nos recuerda la muerte de Ernest Hemingway. Él reconoció que no podía derrotar a la muerte. La única victoria que podía tener sobre la muerte era decidir por si mismo el modo y el momento de su muerte. Cierta noche, después que su esposa se acostó. Él cargo meticulosamente su rifle de caza favorito, de manera que, con un simple apretar del gatillo, pudiese explotar su cabeza.
Jean – Paul Sartre
Jean – Paul Sartre (1905-1980) estudio primero en Paris y después en Alemania, donde asistió a las conferencias de Husserl y estudio con Heidegger. El primer romance de Sartre, Nausea, (2) es un comentario sobre la perdición humana. Esta obra, que Sartre consideraba la mejor que escribió, lo definió como un escritor de extraordinario talento.
Durante la segunda guerra mundial, Sartre participo activamente en la resistencia Francesa, razón por la cual los alemanes lo aprisionaron. En la prisión, continúo estudiando y explicando la filosofía de Heidegger. Fue también muy influenciado por el marxismo, pero nunca se afilio al Partido Comunista. Cuando gano el premio Nobel de literatura, se negó a aceptarlo, alegando que esto haría de él una institución.
Mientras era aun estudiante, Sartre encontró a su compañera de toda la vida, Simone de Beauvoir, que llego a ser la escritora mas celebrada de Francia.
La producción literaria de Sartre incluye piezas como las moscas y sin salida. (3) Su obra filosófica mas prodigiosa fue ser y nada,(4) publicada en 1943.
Sartre es conocido por su frase “la existencia precede a la esencia”. Este concepto esta ligado directamente al ateismo. Los ateos anteriores, tras negar la existencia de Dios, aun tendían a hablar de la “naturaleza” humana. La expresión naturaleza humana asume una “esencia” común a toda la raza humana; sin embargo, según Sartre, para tener una esencia es necesario ser más como una cosa que como una persona. Sartre establece un contraste entre cosas manufacturadas y seres humanos. Las primeras son idealizadas y confeccionadas para adecuarse a la función o propósito imaginado por su fabricante. La idea de la cosa, su esencia, precede a su confección, que crea su existencia real. En el caso de los objetos manufacturados, su esencia precede a su existencia. Para que el mismo se aplique a los seres humanos, tendría que haber alguien que los idealice y cree. El creador tendría una idea de lo que pretende hacer y tendría en mente un propósito para su creación.
Como Sartre creía que no existía ningún dios, también creía que no había una idea anterior al ser humano, ningún plan o propósito para él. No hay esencia o naturaleza humana a la cual las personas individualmente corresponden o se conforman.
En el caso del ser humano, dice Sartre, la existencia precede a la esencia. El ser humano simplemente es. Él existe y solo después se define. Él es, o se vuelve, todo aquello que haga de si mismo. Esto no quiere decir que el ser humano sea auto-creado; él no es creado, simplemente es, y tiene que definirse. En este sentido, el ser humano “crea” todo aquello en lo que se convierte, pero no se trae a la existencia a si mismo. Él se crea de una manera diferente, creando sus propios valores.
Sartre hizo distinción entre l´en-soi (ser en si) y le peour- soi (ser para si) . Para Sartre, la conciencia humana no es “algo”. Conocimiento no es una relación entre una cosa (la mente) y otra cosa (objetos en el mundo físico) . Conciencia es siempre percepción de algo, al mismo tiempo en que es percepción de si mismo como no siendo una cosa. En términos epistemológicos, no debemos comenzar con “estoy conciente de mi mismo” , sino con “yo soy conciencia”.
L´en- soi, ser en si, simplemente estar. En el romance la nausea el protagonista, Roquentin, enfrenta el “estar allí” incuestionable de la raíz de una nuez. Él reflexiona sobre la raíz, analizando como puede ser utilizada por el ser humano. él despliega su significado hasta llegar al sentido del absurdo radical, lo que despierta en él la sensación de la nausea. Como la raíz de la nuez, el ser fenomenal de cada objeto simplemente “esta ahí”. Todas las cosas simplemente son superfluas. Todo es contingente y no hay razón para nada. Todas las cosas comparten la misma falta de sentido. Existir es nada más que estar ahí como un hecho obsceno.
La única diferencia entre el ser humano y los seres en si, es que el ser humano también es pour-soi , un sujeto conciente. Esta subjetividad conciente nos hace diferentes de las piedras y las raíces. Ella nos vuelve responsable de nuestra propia existencia. Las piedras y las raíces no pueden ser responsables.
Libertad y responsabilidad
Para Sartre, la cuestión no es si el ser humano tiene libertad, sino que la existencia humana es libertad. Su noción de libertad abarca la idea de autonomía moral. El ser humano no esta sujeto a reglas objetivas. Ninguna norma gobierna su conducta. Sartre insiste en esta autonomía como consecuencia de su ateismo. A semejanza de Heidegger, Sartre habla del sentimiento humano de estar abandonado en el universo. Por la ansiedad resultante, el ser humano es como “forzado” a ser libre. Él tiene que escoger por si mismo lo que pretende ser.
El ser humano esta en la situación que Sartre describe en su obra las moscas, escrita en el espíritu de la historia del asesinato de Agamenon por su esposa Clitemnstra y del plan de su hijo Orestes de matar a Clitemnestra para vengar a su padre. Viéndose abandonado, Orestes mata a su madre, no tanto por vengar a su padre, sino para dar sustancia a su propia vida. “no quedo nada en el cielo, correcto ni errado, y nadie a quien dar ordenes. (…) porque yo (…) soy un ser humano, y todo ser humano tiene que encontrar su propio camino.”(5)
Para Sartre, la libertad es libertad de la moralidad. La libertad tiene que abrazar lo que es repugnante. A cierta altura Sartre describe al ser humano como una “pasion inútil”. Esta descripción identifica dos aspectos distintos de la existencia humana. El primero es que el ser humano es un ser que siente y se interesa por los otros. Él tiene pasión. Nosotros normalmente asociamos la pasión con algún blanco (tenemos pasión por alguna cosa), sin embargo, en segundo lugar la pasión del ser humano es “inútil”. Es fútil y sin sentido. Y cuanto mas fútiles considero mis sentimientos e intereses, mayor es mi sentido de futilidad.
Esta futilidad nutre la ansiedad que esta ligada a la libertad. La libertad forma parte de mi existencia. Yo “tengo” que ser libre; no tengo la libertad de no ser libre. La libertad es un peso que puede aplastar al espíritu humano.
Cuando yo aun era seminarista, cierta vez estaba paseando por el distrito de East Liberty en Pittsburgh una noche de sábado. En el instante en que yo pasaba frente a una joyería, un hombre salio corriendo por la puerta y choco conmigo. Yo lo sujete, para que no nos cayéramos al suelo. Antes de poder soltarlo, me miro a los ojos y tiernamente dijo: “yo me rindo”. En aquel instante una mujer salió corriendo del local gritando: “¡atrapa al ladrón!” aquel hombre, desarmado, acababa de robar la joyería. Él espero con calma la llegada de la policía que lo apresaría. Al día siguiente me encontré a uno de los policías que lo había llevado y le pregunte como estaba el preso. Él me explico que el ladrón había sido liberado aquel mismo día pero no quiso salir. Cometía un nuevo crimen y se dejaba “atrapar”, para poder volver a la tranquilidad y seguridad de su celda. En la cárcel él tenía tres comidas por día y una cama para dormir. Este era un hombre que no se atrevía a ser libre. La ansiedad que forma parte de la libertad era demasiada para él. Él era la quintaesencia del “hombre no autentico”.
La ansiedad de la libertad de acuerdo con Sartre es exacerbada por el hecho de que cada persona tiene que seguir adelante sin tener certeza de estar en el camino correcto. Ella nunca puede estar segura de que esta en el sendero correcto porque, en último análisis, no existe camino correcto.
Cuando Alicia, vagando por el País de las Maravillas, llega a una encrucijada en el camino, no sabe cual dirección tomar. Entonces ella ve al gato de Cheshire sonriéndole encima de una rama. Alicia le pregunta:
- por favor, ¿puede decirme cual camino debo seguir?
- Esto depende de el lugar al que quieras ir - responde el gato
- No estoy muy preocupada con eso – dice Alicia.
- Entonces no importa por cual camino tu vayas- concluye el gato. (6)
Esto no esta muy lejos del consejo sagas del gran filosofo americano Yogi Berra: si llegas a una encrucijada en la carretera, ve por ella”.
¿Cuál es el precio de la libertad? El ser humano, sin apoyo ni ayuda esta condenado, a cada momento a inventar al ser humano. El imperativo categórico del principio de Sartre es semejante a la “regla de oro” de Immanuel Kant: cuando una persona hace una elección o toma una decisión, ella actúa no solo por si, sino por todas las personas. Ella es responsable no solo de su propia individualidad, sino también por toda la raza humana.
Esto parece contradecir todo lo demás que Sartre dijo sobre la existencia, y probablemente se contradice a si mismo. Ahora, el individuo recibe la responsabilidad, y con ella la capacidad de determinar no solo su propia esencia, sino también la de todos los demás. Solo que esto priva a los otros de la libertad de crear su propia esencia. A esta altura el individuo que escoge, actúa de manera semejante a Dios, que, con su voluntad, impone la esencia a los otros.
La Libertad y Dios
Sartre declaro que no estaba contento con su conclusión de que Dios no existe. Él dijo que no estaba animado con la perspectiva de enfrentar la vida sin la ayuda divina. Critica enfáticamente a filósofos que, al mismo tiempo que niegan la existencia de Dios, argumentan a favor de normas esenciales de verdad, honestidad, justicia, bondad y así en adelante. Él toma en serio lo dicho por Fyodor Dostoyevsky: “si Dios no existe, todo esta permitido”.
Sartre tiene varios argumentos contra la existencia de Dios, que se basan principalmente en su convicción de que el ser humano es un sujeto libre y no un mero objeto. Como otros antes que él, Sartre afirma que la idea de Dios es producto de la conciencia creativa del ser humano. La creencia religiosa no esta arraigada en la comunión o en la comunicación con Dios. Antes, ella es una mera proyección intencional. Ella brota del rechazo temerario del ser humano a enfrentarse a las constantes amenazas de inseguridad, frustración, y el espectro de la falta de sentido. Cada fibra del ser humano grita en protesta contra la idea del nihilismo. Aquellos que no consiguen soportarla crean a un dios que los ayuda.
Sartre argumenta que la existencia de Dios y la libertad humana son categorías que se excluye mutuamente. Si Dios existe, el ser humano no puede ser libre. Esto es, si Dios crea la esencia del hombre y gobierna su existencia, el ser humano no puede ser libre de verdad. La libertad no es genuina si no es absoluta. Cualquier cosa que este por debajo de la autonomía completa no es libertad verdadera. La idea de “libertad limitada” es contradictoria.
La protesta de Sartre no es diferente del de la serpiente en el jardín del Edén. En Génesis, la serpiente es llamada “el mas sagaz (o sutil) de todos los animales” (Gen 3:1). Ella se acerca a Eva con la pregunta desafiadora: “ ¿así que Dios dijo: no comeréis de todo árbol del jardín?” (Gen 3:1) La serpiente sabía muy bien que Dios había dado a Adán y Eva cierta medida de libertad. De hecho, Dios les dijo: “de todo árbol del jardín comerás libremente” (Gen 2:16). Inmediatamente agrego una restricción: “pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás; porque, el día que de él comas, ciertamente morirás” (Gen 2:17).
La pregunta sagaz que la serpiente usa para seducir a Eva sugiere que, si hay una restricción, un límite impuesto a la libertad humana, entonces el ser humano no es realmente libre. Es como el niño que, después de recibir 10 veces un “si”, de sus padres, recibe “no” y protesta: “¡ustedes nunca me dejan hacer nada!”.
Sartre tiene razón: la autonomía humana es incompatible con la idea de Dios. Pero la pregunta permanece: ¿es necesario que alguien sea completamente autónomo para ser libre?
Uno de los argumentos más fascinantes y singulares de Sartre contra la existencia de Dios tiene que ver con la subjetividad del ser humano. Recuerde la principal premisa de la filosofía existencial de Sartre: El ser humano es sujeto, no objeto. Sartre cree que esta subjetividad seria destruida si hubiese un Dios. En ser y nada Sartre dedica una parte a lo que él llama “el mirar” (7) allí describe lo que acontece cuando alguien se somete a la mirada de los otros. Cuando alguien me ve, soy reducido a la condición de objeto. Es correcto que las personas miren por largos periodos pinturas en un museo o monos en un Zoológico. Pero no es aceptable que una persona se fije en otra o la mire a los ojos por mas de unos segundos, pasando por la calle. Entendemos una mirada prolongada como un acto hostil.
Sartre se imagina sentado en una mesa frente a un café en el margen izquierdo del río Sena en Paris, sintiendo la mirada de alguien en su nuca. (Debido a su fama, sin dudas él tenia que soportar la grosería de los que cuchichiaban sobre él y se estiraban para verlo en lugares públicos.) Esta reducción a un objeto crea lo que él llama “autopercepción existencial” y la destrucción de la subjetividad.
Sin Salida
Sartre desarrolla este tema en su pieza sin salida. El protagonista, Garcin, se ve en una sala con dos personas más. Cerca del final de la pieza, Garcin dice:
- este bronce (tocándolo pensativamente) si, ahora es el momento; estoy mirando hacia esta cosa en la chimenea, y entiendo que estoy en el infierno. Les digo, fue todo bien pensando con antecedencia. Ellos sabían que me quedaría parado junto a la chimenea, tocando este bronce, con todos los ojos puestos en mi devorándome, (el se voltea abruptamente). ¿Qué? ¿solo ustedes dos? yo pensé que habían mas; muchos mas (ríe). Entonces, esto es el infierno. Yo nunca lo habría creído. Ustedes me recuerdan todo lo que nos fue dicho sobre cámaras de torturas, fuego y azufre, “el pantano de brazas” ¡cuentos de vieja! Aquí no se precisan aguijones en braza. El infierno es – ¡otras personas! (8).
La orientación de la ultima escena de la pieza dice: “ellos se dejan caer cada uno en su sofá. Largo silencio. Su risa desaparece y ellos quedan mirándose el uno al otro”. (9)
Sartre se pregunta: ¿si la mirada de las otras personas destruye nuestra subjetividad, cuan peor seria estar constantemente bajo la mirada de Dios? Sartre cree que la omnisciencia hace de Dios un voyeur cósmico, cuya mirada reduce a todas las personas a objetos.
Dios espía a través de un agujero de cerradura cósmico, como un niño mal intencionado, siempre destruyendo la subjetividad humana. Sin embargo, como el ser humano en verdad es sujeto, Dios no puede existir. Bajo la mirada eterna de Dios todos nos volveríamos objetos, esencias en vez de existencias.
La Biblia registra con frecuencia la incomodidad del culpable que intenta esconderse de la visión de Dios, pidiendo incluso a los montes que lo cubran. El pecador no quiere que Dios lo mire; quiere que Dios no lo vea. Por otro lado, de la perspectiva bíblica el pecador perdonado no conoce bendición mayor que la mirada benevolente de Dios; se complace en la luz de la faz de Dios sobre si, y quiere que Dios haga brillar sobre él su rostro.
De acuerdo con el filosofo holandés Wilhelmus Luijpen, Sartre insiste en que la moralidad vuelve imposible la existencia de Dios, pero en verdad la moralidad de Sartre hace necesaria la negación de la existencia de Dios.
Nota:
(1) Martin HEIDEGGER, Being and time: a translation of “Sein und Zeit”. Albany, State University of New York Press, 1996.
(2) Jean Paul SARTRE, Nausea. New York, New directions, 1959.
(3) Jean Paul SARTRE, “no exit” and Three other plays. New York, New directions, 1989.
(4) Jean Paul SARTRE, Being and nothingness: an essay on phenomenological ontology. New York philosophical library, 1956 (en español, el ser y la nada)
(5) SARTRE, The flies, 118-119 (acto 3)
(6) Lewis CARROLL, Alice´s adventures in wonderland, en the annotated Alice: “Alice´s adventures in wonderland” and “through the looking glass”. Martin Gardner (ed.), New York, Barmhall house, 1960, P.88.
(7) SARTRE, Being and nothingnes, p. 252-302.
(8) SARTRE, no exit, p. 45.
(9) SARTRE, no exit, p. 46.
Comentarios