top of page

Filosofía para principiantes: Tomas de Aquino, El doctor angelical

Por: Dr. R.C. Sproul


El auge de la honra de un intelectual es alcanzado cuando se vuelve conocido por su segundo nombre. Los títulos como doctor o profesor son despreciados, y generalmente el primer nombre es dejado de lado. No precisamos saber que el primer nombre de Descartes era Rene, o que el de Hume era David. En el caso de Tomas de Aquino, sin embargo, todo esto cambia. En el círculo de la filosofía para referirse a este estudioso extraordinario, basta citar su primer nombre, Tomas. Incluso su pensamiento es muchas veces llamado simplemente tomismo.

La iglesia católica no solo canonizo a Tomas, también le confirió el titulo honorífico “doctor angelical”. El doctor angelical fue un gigante en el mundo intelectual, y su obra continua siendo estudiada en todas las universidades sacras y seculares. Los grandes teólogos de la historia tienen estilos y dones diferentes. Sin embargo, considerando su peso intelectual dudo que alguien haya llegado al nivel de Tomas de Aquino, excepto, tal vez el teólogo puritano Johnathan Edwads.

Tomas de Aquino nació en 1225 cerca de Nápoles, en Italia. Su padre, el conde de Aquino, era un aristócrata. Con la edad de 5 años Toma ingreso en la abadía del monte Cassino, donde estudio hasta matricularse en la universidad de Nápoles a los 14. Mientras estuvo allí, entro a la orden Dominica, formada por un grupo de monjes que se dedicaba a la enseñanza. De Nápoles, Tomas se mudo a la universidad de Paris, cuando tenía 18 años. En la época, el teólogo mas aplaudido del mundo era Alberto el grande (Alberto Magno). Alberto era conocido como “el profesor universal”. Así como platón tuvo a su Sócrates, y Aristóteles, Su Platón, Tomas disfruto el beneficio de tener a Alberto por tutor.

Durante el tiempo que estudio con Alberto, Tomas fue ridiculizado y provocado por sus colegas. Lo llamaban “el Buey mudo de Aquino”, llevando a Alberto a decir que un día este buey mudo dejaría al mundo perplejo. Cierta ocasión, un colega miro por la ventana y exclamo: “¡mira, Tomas, una vaca volando!” Tomas se levanto de la silla y fue hasta la ventana para ver. Sus colegas se cayeron de tanto reír ante tamaña ingenuidad. Tomas los miro y dijo: “prefiero creer que las vacas pueden volar, a pensar que uno de mis hermanos mentiría”.

El buey mudo de Aquino se desarrollo hasta volverse la mayor fuerza de la filosofía y de la teología escolástica. Samuel Stumpf se refiere al periodo escolástico como el auge de la filosofía medieval. En los tiempos modernos, escolástica, se volvió un termino peyorativo. Vivimos en una época que talvez sea la mas anti-intelectual de la era cristiana. Decimos que estamos a favor de la tecnología y de la educación, pero disminuimos el papel de la mente o el intelecto, especialmente en el ámbito religioso. Los pensadores escolásticos nos parecen secos, áridos. Parece que les falta creatividad, y nos deshacemos de su raciocinio abstracto, como si se tratase de un debate incoherente sobre cuantos ángeles consiguen danzar sobre la cabeza de un alfiler. (Un fundamentalista no se preocuparía de cuestiones como estas, porque tiene certeza absoluta de que los ángeles no bailan).

La filosofía escolástica procuro crear un sistema de pensamiento coherente y amplio. Los escolásticos se volvieron especialistas en el pensamiento sistemático. No estaban muy preocupados con las nuevas ideas. Antes, procuraban codificar el pensamiento tradicional en un sistema coherente (el sentimiento “anti-sistema” encontrado en la filosofía moderna existencial hizo que mucha gente tuviera preconceptos sobre esta manera de estudiar la verdad).

Los filósofos escolásticos se afirmaron sobre una lógica rigurosa, enfatizando el arte del raciocinio deductivo. Para expresar sus ideas, preferían el método de la disputa. Cualquier persona que haya leído a fondo las obras de Tomas de Aquino queda impresionado con la ausencia casi absoluta de pies de paginas y la fuerza impresionante en la defensa de una tesis solo con argumentos vigorosos. En esta tradición, Tomas emergió como el maestro sin rivales.

Tal vez ningún otro pensador católico haya sido mas difamado, mal interpretado y mal comprendido por críticos protestantes, en especial los evangélicos, que Tomas de Aquino. Es ampliamente aceptado que el error mas destacado de Tomas fue separar entre gracia y naturaleza. Esta acusación es una completa estupidez; nada podría estar más lejos de la verdad. Quien acusa a Tomas de separar la naturaleza de la gracia no ha entendido lo principal de toda su filosofía, particularmente con respecto a su monumental defensa de la fe cristiana.

Naturaleza y Gracia

Esta claro que Tomas de Aquino hizo una fuerte distinción entre naturaleza y gracia. Lo que debe ser dicho a esta altura, sin embargo, de que una de las distinciones filosóficas más importantes es la que existe entre distinción y separación. Por ejemplo, en la teología hacemos distinción entre las naturalezas humana y divina de Cristo, al mismo tiempo en que constatamos que las dos naturalezas existen en perfecta unidad y que separarlas equivale a cometer la herejía nestoriana. Tal vez ilustrando mejor este punto, digo que no le causo ningún mal si hago distinción entre su cuerpo y su alma. Si, sin embargo, yo separara a su cuerpo de su alma, habré cometido asesinato.

La distinción que Tomas hizo entre naturaleza y gracia no tenía el propósito de separarlas sino de mostrar su unidad y relación fundamental. Fue exactamente contra la idea de separación que Tomas se opuso tanto. Él era conciente de la amenaza cada vez mayor que el islamismo representaba para el cristianismo. Los filósofos musulmanes ya habían experimentado su renacentismo con el redescubrimiento del pensamiento griego clásico. Los principales pensadores, como Averrois, ya habían sintetizado la teología musulmana y al filosofía de Aristóteles. Su obra era conocida como “aristotelismo integral”, por haber integrado a Aristóteles con el Islamismo.

Estos filósofos musulmanes elaboraron la teoría de la “doble verdad”, argumentando que aquello que es verdadero para la fe puede ser falso para la razón, lo que es verdadero en la filosofía puede ser falso en la teología, lo que es verdadero en la religión puede ser falso en la ciencia, y viceversa. Esta esquizofrenia intelectual separa radicalmente a la naturaleza de la gracia. Seria el equivalente de un cristiano moderno que dice que, desde la perspectiva de la fe (gracia), el ser humano fue creado por Dios a su imagen y con un propósito, un ser con dignidad, porque esta le fue conferida por Dios; pero que, desde la perspectiva de la razón (naturaleza), el ser humano es un accidente cósmico, un germen adulto que salio del limo primitivo y tiene por destino la aniquilación, un ser sin dignidad alguna. Este creyente confuso afirma la macro evolución de Lunes a Sábado, pero el Domingo adora al Dios de la creación.

Tomas de Aquino recibe el crédito de haber conseguido la “síntesis clásica” entre filosofía y teología. Recodamos la idea de que, en la universidad medieval, la teología era la reina de las ciencias, y la filosofía su criada. Se considera que Tomas produjo una síntesis de la filosofía aristotélica y de la teología cristiana, de manera semejante a la síntesis de la filosofía platónica y de la teología cristiana hecha por Agustín. Esta idea sobre Tomas puede ser fácilmente exagerada, porque él hacia severas críticas a muchos elementos de la filosofía aristotélica (principalmente los que eran incorporados al aristotelismo integral). La diferencia entre Agustín y Tomas de Aquino también es exagerada muchas veces. Una lectura superficial de la summa Theologica (1) de Tomas revela que, en muchos aspectos, Tomas estaba apoyándose en Agustín.

Tomas creía que la filosofía y la teológica tenían papeles complementarios en la búsqueda de la verdad. La gracia no destruye a la naturaleza, sino que la completa. Tomas veía fronteras claras entre las dos disciplinas, pero considero que ambas eran necesarias para la comprensión global de la realidad.

Tomas creía en la primacía de la revelación divina. Él no creía, como muchos han dicho, que la naturaleza funciona independiente de la revelación. Él baso su llamada “teología natural” en la revelación natural. Así como los teólogos protestantes distinguen entre revelación general (o natural) y especial (bíblica), Tomas hizo distinción entre naturaleza y gracia. En su estudio de naturaleza y gracia en la summa theologica, Tomas fundamenta su pensamiento en la idea del Apóstol Pablo sobre la revelación de Dios en la naturaleza, que expresa en su epístola a los Romanos. En esta misma parte, Tomas trabaja el punto de que todo conocimiento, en la naturaleza y en la gracia, depende de la revelación de Dios. Él cita la analogía de Agustín sobre nuestra dependencia de la luz para ver. Esto debía deshacer la idea de que Tomas de Aquino consideraba a la teología natural una función de la razón humana, sin precisar ayuda. Todo conocimiento se apoya y depende de la revelación de Dios. Esta revelación, sin embargo, no es encontrada exclusivamente en la Biblia, sino que también brilla en el cosmos.

Tomas afirmo que algunas verdades pueden ser conocidas solo por las escrituras, que son el campo de la teología por excelencia. No se aprende el plan de Dios para la salvación estudiando astronomía o astrología. Otras verdades, sin embargo, son encontradas en la naturaleza sin ser develadas en las escrituras. Por ejemplo, el sistema circulatorio del cuerpo y los parámetros de conducta de los fotones, pueden ser descubiertos solamente estudiando la naturaleza (Tomas no discutiría que estos descubrimientos son una prueba de la gracia de Dios, sin cuya providencia benevolente no serian conocidos). Así, filosofía (y ciencia) y teología abarcan dos esferas distintas del conocimiento. Las dos dependen de la revelación y son complementarias y no antitéticas. Para Tomas, toda verdad viene de Dios, y toda verdad viene de lo alto.

El concepto de teología natural de Tomas encuentra su mayor oposición por parte de los fideistas (que afirman que Dios puede ser conocido solamente por la fe) en su idea de los “artículos mixtos”(articulus mixtus). Estas son verdades que pueden ser aprendidas a partir de la naturaleza o de la gracia – de la filosofía y de la ciencia o de la Biblia. Este grupo de artículos mixtos abarca el conocimiento de la existencia de Dios. Esto significa que la filosofía fuera de la Biblia puede demostrar racionalmente la existencia de Dios. Esta claro que la Biblia proporciona un conocimiento mucho mas amplio y profundo del carácter de Dios, dice Tomas, pero su existencia real puede ser demostrada sin el uso de la Biblia. Con respecto al conocimiento de Dios, la filosofía y la teología pueden trabajar lado a lado como compañeros.

Las pruebas de la existencia de Dios

Apartándose de la prueba antológica de la existencia de Dios, formulada anteriormente por Anselmo, que pasa de la idea de la existencia de Dios a su existencia real, Tomas trabaja más bien dentro de un escenario cosmológico, raciocinando a partir del cosmos de vuelta hacia Dios.

La primera prueba que Tomas presenta es la del movimiento. Él comienza con las evidencias del movimiento en el mundo (a pesar de Zenón). Apoyándose fuertemente en Aristóteles, Tomas argumenta que lo que se mueve es movido por otra cosa (basándose en lo que llamamos la ley de la inercia). Él define movimiento como la reducción de algo de la potencialidad a la actualidad. Un objeto en reposo puede tener potencial de movimiento, pero no se mueve hasta que este potencial es actualizado. Sin embargo, afirma él, nada puede ser reducido de la potencialidad a la actualidad excepto por algo que ya está en el estado de actualidad. Por ejemplo: el fuego puede volver a un pedazo de madera, que solo es potencialmente caliente, realmente caliente. Nada puede ser al mismo tiempo real y potencial. Lo que es realmente caliente puede ser al mismo tiempo potencialmente frió, pero no puede ser potencialmente caliente mientras esta actualmente caliente. Seria potencialmente mas caliente de lo que realmente es, pero para ser mas caliente debe ser movido a ese estado. Y todo lo que es movido tiene que serlo por una actualidad anterior. Solo que este cambio no nos puede remitir al infinito, porque en este caso el movimiento jamás comenzaría. Por esto, Tomas concluye, que debe haber un primer motor y todo el mundo entiende que este motor es Dios.

La segunda prueba de Tomas de Aquino es la de la causa eficiente. La ley de la causalidad afirma que todo efecto debe tener una causa antecedente. Esto no es la misma cosa que decir que cada cosa debe tener una causa (como afirman John Stuart mill y Bertrand Russell). Si cada cosa debe tener una causa esto exigiría que el propio Dios tuviese una. La ley de la causalidad se refiere solo a efectos y es una extensión de la ley de la no- contradicción. La ley es formalmente verdadera, porque es verdadera por definición. Un efecto es definido como aquello que es producido por una causa. Un efecto no puede ser un efecto si no tuviere una causa. Del mismo modo, una causa (en el sentido del término) es, por definición, aquello que produce un efecto. Una causa no puede ser causa sino causare o produjere un efecto. Una causa no puede ser causa sino causa o produce algo. Un ser no causado (auto-existente) no viola ninguna regla de la razón; un efecto no causado, sin embargo, es irracional y absurdo.

En el esquema de Aristóteles, es la causa eficiente la que produce el efecto. En el caso de la estatua, es el escultor. Sin el escultor no habrá estatua, porque no hay nada que la cause. Ningún evento puede ser su propia causa. Todo evento exige una causa anterior. Todo cambio en una cosa es un evento. Toda causa anterior debe tener su propia causa (si el evento anterior es en si un efecto). En algún lugar esta secuencia tiene que terminar. Es imposible regresar al infinito, ya que la idea de un regreso infinito conlleva la noción de un efecto sin causa, un absurdo de composición infinita.

La tercera prueba de la existencia de Dios de Tomas de Aquino es la del ser necesario (ens necessarium). Esta prueba generalmente es considerada parte del argumento cosmológico, pero es mas preciso llamarlo “ontológico”, pues es un argumento a partir del ser. En la naturaleza encontramos cosas contingentes, que pueden ser o no ser (una posibilidad que Hamlet comprendió plenamente al respecto de si mismo). Estas cosas o “seres” no existen siempre. Ellas también pasan por los cambios inherentes a la generación y decadencia. Hubo un tiempo en el que ellas no eran. Decir que es posible que algo no exista, puede significar que en algún momento del pasado esto no existió, que puede dejar de existir en el futuro (por lo menos como entidad individual), o ambos. El ser posible, por tanto, es una referencia a un ser que puede no ser.

Ningún ser que es solamente posible es auto-existente; él no tiene el poder de ser en si mismo. Si todas las cosas de la realidad fuesen solamente posibles, entonces en algún momento no hubiera habido nada existiendo. Si hubo una época en la que nada existía, entonces nada podría jamas comenzar a existir, y nada existiría ahora. Pero si algo existe ahora, es necesario que algo haya existido siempre; debe existir algo que tenga existencia necesaria, cuya existencia no sea solo posible, sino necesaria. Él no puede no ser. No recibe su existencia de otra cosa. Nunca hubo un tiempo en el que él no era. En otras palabra, si algo existe ahora, entonces algo tiene que tener el poder de ser en si mismo, o sea, debe tener existencia necesaria. Este ser cuya existencia es necesaria, tanto lógica como ontológicamente es Dios.

La cuarta prueba de Tomas es la prueba de los grados de perfección, para la cual él se basa mucho en Agustín. Este es un argumento extraído de la comparación. Estamos concientes de que hay grados en lo que es bueno, verdadero y noble. Si embargo, algo puede ser considerado bueno o verdadero solamente en relación a una norma o parámetro máximo. Los relativistas modernos presuponen que no hay ninguna verdad en la verdad, ningún bien en el bien, ninguna virtud en la virtud y ningún propósito en el propósito. Sin embargo, nosotros no podemos tener algo, relativo a cualquier cosa, a no ser que lo que es relativo sea medido por un absoluto. Tomas argumenta que lo máximo en cualquier género es la causa de todo en aquel género. Por ejemplo: el fuego, que es lo máximo del calor, es la causa de todas las cosas calientes. Del mismo modo debe haber algo que sea en todos los seres la causa de su ser, de su bondad y de cualquier otra virtud, y a esto llamamos Dios.

Puede ser contra argumentado que, si esto es verdad, Dios también tendría que ser máxima o perfectamente malo, para explicar los grados relativos de maldad en el mundo. Por esto fue fundamental que Tomas, siguiendo a Agustín, haya definido el mal en términos de privación y negación. El parámetro fundamental por el cual tenemos que juzgar el mal no es el mal máximo, sino la perfección máxima.

La quinta y última prueba de la existencia de Dios para Tomas de Aquino, resulta de la evidencia de orden en el universo. Esta es una forma del llamado argumento Teleológico. El término teleológico viene del griego Telos, que significa “fin, propósito, objetivo”.

En la naturaleza observamos cosas que no tienen inteligencia, pero funcionan de manera ordenada y con un propósito. Ellas actúan de maneras previsibles para alcanzar ciertos fines o funciones. Las semillas de un diente de león, lanzadas al viento, están destinadas a la reproducción de la planta. Estas cosas parecen actuar con un propósito. No puede haber un propósito por azar, ni intencionalidad no intencional. En su forma más simple, el argumento teleológico, se basa en la evidencia de un plan en el universo. Un plan requiere de un planificador, idea que impresiona profundamente a filósofos como Immanuel Kant, y David Hume, a pensar de su escepticismo.

Tomas de Aquino argumenta que cosas que no tienen inteligencia (observe que la raíz de la palabra “Inteligencia” es telos) no pueden actuar de forma planificada si no fueren antes dirigidas por algo que posea inteligencia. Una flecha no se dirige hacia el blanco sin haber sido dirigida por el arquero. “las bombas inteligentes” no serian inteligentes si no fuesen programadas por alguien inteligente (aun así, a veces ellas no son inteligentes).

Tomas de Aquino concluye que debe existir un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales hacia su fin. A este ser él llama Dios. Debe ser agregado que las cosas no se pueden dirigir a su objetivo por azar. El azar no puede hacer nada, porque el azar no es nada. Azar es un término perfectamente adecuado para describir posibilidades matemáticas, pero la palabra se vuelve un fantasma furtivo cuando es usada para describir algo que tiene el poder de influenciarlo todo. El azar no tiene ser, y lo que no tiene ser no tiene poder para hacer nada (2).

Al desarrollar su teología natural, Tomas usa términos cualificadotes para describir el conocimiento de Dios que podemos derivar de la naturaleza. Él dice que nuestro conocimiento de Dios a partir de la naturaleza es verdadero, pero es mediato, análogo e incompleto.

Cuando Tomas habla de conocimiento mediato, él lo distingue del conocimiento inmediato. Cuando se dice que algo es conocido de modo “inmediato” en este sentido, esto no quiere decir que es conocido instantánea o rápidamente (a pesar de que esto sea posible). Quiere decir que es conocido directamente y no por intermedio de algún medio. Cuando asisto a un juego de básquet por la televisión, estoy viendo una acción que ocurre a kilómetros de distancia, donde no estoy presente inmediatamente. En verdad estoy mirando un retrato del juego transmitido electrónicamente, estoy asistiendo al juego por medio de la televisión. (La mídia o los medios de comunicación, tienen este nombre porque están entre nosotros y los eventos reales que relatan).

Tomas de Aquino dice que la teología natural es “mediata” porque la revelación de Dios viene hasta nosotros por el medio de la creación. Los cielos declaran la gloria de Dios en el sentido de que Dios revela su gloria por intermedio de los cielos. Es en este sentido que el Apóstol Pablo declaro en romanos que Dios es conocido “por medio de las cosas que fueron creadas” (rom 1:20).

Cuando Tomas de Aquino dice que la teología natural es análoga, esta hablando de una función del lenguaje. Él discierne tres manera en el que el lenguaje funciona: univoca, equivoca, y analógica. En el lenguaje univoco, una palabra significa básicamente la misma cosa cuando es aplicada a diferentes cosas. En el leguaje equivoco el sentido del termino cambia radicalmente cuando es aplicado a cosas diferentes. Vea, por ejemplo, la palabra “calvo”. Cuando se dice que alguien es calvo, es porque le falta cabello en la cabeza, sin embargo, cuando digo que estoy “calvo de saber”, no es porque me falta cabello, sino porque estoy muy bien informado.

En el leguaje analógico, el sentido de un término cambia en la proporción de la descripción de las diferentes cosas. Por ejemplo, cuando digo que tengo un perro bueno, no quiero decir que él procura ser virtuoso y tiene una conciencia sensible, estoy diciendo que el viene cuando lo llamo, es casero, y no muerde la pierna del cartero. Sin embargo, cuando digo que una persona es buena, no estoy pensando en que viene cuando lo llamo, es casero, y no muerde la pierna del cartero. La capacidad de una persona para ser bueno excede en mucho a la de un perro, de modo que el término bueno es usado de modo proporcional o analógico al ser humano.

Cuando Tomas de Aquino dice que nuestro conocimiento de Dios es análogo, él quiere decir que nuestra manera de hablar de Dios no consigue describirlo con precisión. Dios es infinito y nosotros somos finitos. Somos diferentes de Dios, pero no tan diferentes como para que nuestra manera de hablar sobre él carezca de sentido o solo sea equivoca. Ella tiene sentido porque es analógica. Es posible hablar de manera analógica de Dios porque en cierto sentido las cosas del ser humano son semejantes a las de Dios. Esto es lo que Tomas de Aquino llama analogía entis, la “analogía del ser”, entre el ser humano y Dios. Esta analogía del ser tiene sus raíces en el hecho de que el ser humano fue creado a la imagen de Dios.

Los teólogos modernos como Karl Barth hicieron un ataque cerrado contra el concepto de la analogía del ser de Tomas de Aquino, este ataque se manifestó como un tiro por la culata con el movimiento de la “muerte de Dios”. Tomas entendía que, si Dios fuese “totalmente otro” o totalmente distinto de nosotros (como afirmo Karl Barth), no habría manera de hablar sobre Dios.

El hecho de que nuestro conocimiento de Dios a partir de la teología natural sea incompleto, no hace que este conocimiento carezca de valor. Los críticos de la teología natural Tomista siempre se quejan de que el Dios conocido a partir de la naturaleza es, en la mejor de las hipótesis, un motor no movido, y no el Dios de la Biblia. No obstante, la revelación bíblica de Dios tampoco es ni exhaustiva ni comprensiva. Decir que Dios no es conocido completamente, ni redentivamente, por la teología natural, no es lo mismo que decir que él no pueda ser conocido ni siquiera un poco. Aquí no argumenta que, a pesar de que la teología natural sea mediata, análoga e incompleta, no deja de ser verdadera hasta cierto punto. Hay un gran valor para la teología y principalmente para la apologética en demostrar que Dios existe por si mismo y es eterno. Por ejemplo: a pesar de que Dios sea más que auto-existente, él de modo alguno es menos que auto-existente. También es crucial ver que la mayor parte del debate sobre el teismo en nuestros días se concentra en la cuestión de la creación, una doctrina que es muy bien defendida por la prueba de que Dios existe por si mismo y es un ser necesario.

Notas

1 Tomas de Aquino, Summa theologica, 5 vols. Allien Christian Classics, 1981.

2 Vea R. C. SPROUL, not a chance: the myth of chance in modern science and cosmology. Grand Rapid Baker, 1994.

Comments


bottom of page