Las herramientas perdidas del aprendizaje: Sobre la educación clásica
- Los pensadores
- 18 jul 2020
- 6 Min. de lectura
Por: Dorothy Sayers.
Veamos ahora el esquema medieval de educación: la cuadricula curricular de las escuelas. No importa, por ahora, si fue creado para alumnos pequeños o mayores o en cuánto tiempo deberían concluirlo. Lo que importa es la comprensión de las cosas que los hombres de la edad media creían que era el objeto y el orden correcto del proceso de aprendizaje.
La cuadrícula se dividió en dos partes: el Trivium y el Quadrivium. La segunda parte, el Quadrivium, consistía en "materias" y no es necesario discutirlo por ahora. Lo que es más interesante para nosotros es la composición del Trivium, que precede al Quadrivium y fue la disciplina principal para él. Consistía en tres partes: gramática, dialéctica y retórica, en ese orden.
Ahora, lo primero que notamos es que dos de estas "materias" no son realmente lo que deberíamos llamar "materias": son simplemente métodos para lidiar con las materias. La gramática es, de hecho, una "materia" en el sentido de que definitivamente significa aprender un idioma, en aquel entonces significaba aprender latín. Pero el lenguaje en sí mismo es simplemente un medio por el cual nosotros expresamos el pensamiento. Todo el propósito del Trivium era, de hecho, enseñar
al estudiante el uso correcto de las herramientas de aprendizaje, incluso antes de comenzar a aplicarlas a las "materias". Primeramente, él aprendía un idioma; no solo cómo pedir una comida en un idioma extranjero, sino también la estructura del lenguaje en sí mismo: qué era, cómo estaba estructurado y cómo
funcionaba. Segundo, él aprendía a usar el lenguaje; cómo definir los términos y ordenar las oraciones correctamente; cómo construir un argumento y cómo detectar falacias en el argumento. La dialéctica, por así decirlo, abarcaba la lógica y el debate. Tercero, él aprendía a expresarse en el idioma: cómo decir lo que quería decir con elegancia y persuasión.
Al final del curso, él debía escribir una tesis sobre algún tema definido por sus maestros o elegido por él, y luego defender esta tesis contra la crítica de una mesa o junta docente. En este momento, él habría aprendido, o estaría en serios problemas, no solo a escribir un ensayo en papel sino también a hablar de forma audible e inteligible desde una plataforma y a usar su inteligencia con agilidad al ser interrogado. También habría preguntas, coherentes y perspicaces, de aquellos que ya hubiesen enfrentado el desafió del debate.
Por supuesto, es cierto que las partes y los rasgos de una tradición medieval todavía perduran, o han sido resucitadas, en el currículo escolar común de hoy. Todavía se requiere cierto conocimiento de gramática al aprender un idioma extranjero, tal vez incluso diría, "es nuevamente necesaria", ya que durante mi vida, pasamos por fases donde la enseñanza de la declinación y conjugación se consideraban bastante reprobables, y consideraban mejor adquirir este conocimiento cuando surgiera la necesidad. Las sociedades que discuten en la escuela florecen; ensayos son escritos; La necesidad de "auto-expresión" se enfatiza y quizás incluso se exagera. Pero estas actividades se cultivan más o menos por separado, como pertenecientes a materias especiales donde están estereotipadas en lugar de formar un esquema coherente de entrenamiento mental en el cual todas las "materias" tienen una relación subordinada. La “Gramática” pertenece especialmente a la “materia” de la lengua extranjera y la composición de ensayos; mientras que la dialéctica quedó totalmente divorciada del resto del plan de estudios y a menudo se practicaba de manera no sistemática y fuera del horarios escolares como un ejercicio separado, vagamente relacionada con el fin principal del aprendizaje. En general, la gran diferencia de énfasis entre los dos conceptos sigue vigente: la educación moderna se concentra en “enseñar materias” dejando el método de pensar, argumentar, expresar conclusiones para ser adquirido por el erudito en el transcurso del tiempo, mientras que la educación medieval se concentró primero en forjar y aprender a usar las herramientas de aprendizaje, utilizando la materia que fuese útil como material para realizar los diseños necesarios hasta que el uso de la herramienta fue casi instintivo.
Las "materias", evidentemente, deben existir de alguna manera. No podemos aprender teoría gramatical sin aprender el idioma o aprender a argumentar y a discutir sin hablar de algo en particular. Las materias de discusión de la edad media fueron en gran medida extraídas de la teología, la ética o la historia de la antigüedad. En general, fueron estereotipadas, especialmente cerca del final de una época, y las absurdas exageraciones de los argumentos escolásticos afligieron a Milton y ofrecen motivos de alegría hasta el día de hoy. Si realmente fueran algo más banales y triviales que las materias usuales de hoy para las “composiciones de ensayos”, no gustaría de decir: podemos estar hartos de "One Day of My Vacation" (un día de mis vacaciones) y todo lo demás. Pero la mayor parte de la alegría es inapropiada porque la meta y el objeto para debatir la tesis ya se han perdido de vista.
Un orador inconstante en el Brains Trust una vez entretuvo a su audiencia (y llevó al difunto Charles Williams a un ataque de ira asegurando que en la Edad Media Era una cuestión de fe saber cuántos arcángeles podían bailar en la punta de una aguja). No hace falta decir que espero que nunca haya sido un asunto de fe; fue simplemente un ejercicio de debate cuyo tema establecido era la naturaleza de la sustancia angelical: si los ángeles fueran materia, y si es así, ¿ocuparon espacio? La respuesta que generalmente se considera correcta es: creo que los ángeles son inteligencias puras; no materia, pero limitados, de modo que puedan tener lugar en el espacio, pero no extensión. Una analogía puede ser extraída del pensamiento humano, que es igualmente no-material y limitado. Entonces, si su pensamiento se concentra en una cosa (cómo la punta de una aguja), está enfocado allí en el sentido de que no está en otro lugar aunque está “allí”, no ocupa ningún espacio, y no hay nada que impida que un número infinito de diferentes pensamientos de personas estén concentrados en la misma punta de la aguja al mismo tiempo. El asunto apropiado del argumento es visto así como la distinción entre localización y extensión en el espacio; el asunto sobre el que se ejerce el argumento pasa a se la naturaleza de los ángeles (aunque, como hemos visto, también puede haber sido otra cosa); La lección práctica que se debe extraer del argumento es no usar palabras como "Allí" en el sentido literal y no científico, sin especificar si queremos decir "Ubicado allí" u "ocupando espacio allí".
Ha sido derramado mucho desprecio sobre la pasión medieval por la crítica minuciosa; pero cuando observamos la negligencia abusiva que ha sido practicada, en publicaciones y en la plataforma, de expresiones controvertidas con connotaciones ambiguas y cambiantes, podemos sentir en nuestros corazones el deseo de que cada lector y oyente pueda ser, para su defensa, protegido con su educación para así ser capaz de decir: "Difiero".
Pues permitimos que nuestros jóvenes se vayan desarmados en un día en que la armadura nunca ha sido tan necesaria. Enseñándoles a leer, los dejamos a merced de la palabra impresa. Con la invención del cine y la radio, nos aseguramos de que ninguna aversión a la lectura pueda protegerlos de la incesante lluvia de Palabras, palabras, palabras. Ellos no saben lo que significan las palabras; no saben cómo evitarlas o minimizar su impacto o tirarlas a la basura; ellos son rehenes de las palabras y de sus emociones, en vez de ser los maestros de ellas en su intelecto. Los que nos escandalizamos en 1940, cuando los hombres fueron enviados a luchar contra tanques blindados con rifles, no nos escandalizamos cuando los hombres y mujeres jóvenes son lanzados al mundo para luchar contra la publicidad masiva con un puñado de "materias escolares"; y cuando clases enteras y naciones enteras son hipnotizadas por las cautivadoras artes del orador, tenemos el atrevimiento de sorprendernos. Hablamos mucho sobre la importancia de la educación, hablamos sobre actuar y solo ocasionalmente hacemos esa pequeña inversión; pospusimos la edad de finalización de los estudios y planeamos escuelas más grandes y mejores; los maestros trabajan conscientemente como esclavos dentro y fuera del horario escolar; y sin embargo, creo, todo este esfuerzo dedicado se frustra en gran medida porque perdimos las herramientas del aprendizaje y, en su ausencia solo conseguimos hacer un trabajo fragmentado y remendado.
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