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Por causa de Dios y la verdad: un examen de Génesis 6:3



por: John Gill






Y dijo el Señor: Mi Espíritu no contenderá para siempre

con el hombre, porque también él es carne; mas serán

sus días ciento veinte años.



Será necesario, para comprender el sentido de este texto, indagar,


I. A quién se refiere por el Espíritu de Dios; y si el Espíritu Santo, la tercera persona de la Trinidad, está designado o no.


1. Algunos de los escritores judíos piensan que se trata del alma del hombre; el cual se llama no sólo el espíritu del hombre, sino también el Espíritu de Dios; como en aquellas palabras de Job, Todo el tiempo mi aliento está en mí, y el Espíritu de Dios está en mi nariz. (Job 27:3). Algunos de ellos derivan la palabra dg traducida esforzarse, de zry, que significa la vaina de una espada, y dicen, lo que la vaina es para la espada, lo es el cuerpo para el alma; y esto da el sentido de las palabras; "Mi Espíritu, o el alma que he puesto en el hombre, no permanecerá para siempre en él como una espada en su vaina; lo desenvainaré, lo sacaré; no vivirá para siempre, ya que es carne, corrupto , entregado a las concupiscencias carnales; pero sus días, o término de su vida, que ahora voy a acortar, será de ciento veinte años". Otro de ellos entrega el sentido de las palabras a este propósito; "Mi Espíritu, que he insuflado en el hombre, no estará más con el cuerpo, pues no se deleita ni se beneficia de los deseos del cuerpo; porque el cuerpo es atraído por los deseos bestiales, y eso porque es carne, y sus deseos están sumergidos y fijados en la propagación de la carne; sin embargo, yo prolongaré sus días ciento veinte años; y si vuelven arrepentidos, muy bien; pero si no, los raere del mundo. El Targum parafrasea las palabras así: "Esta generación malvada no será establecida ante mí para siempre".


2. Otros, como Sol Jarchi, lo entienden de Dios mismo, diciendo así, dentro de sí mismo, "Mi Espíritu, que está dentro de mí, no siempre estará, por así decirlo, en un tumulto, o contención con el hombre, si lo perdonaré, o lo destruiré, como ha sido por mucho tiempo, pero ya no será así; haré saber al hombre que no estoy fluctuando entre la misericordia y el juicio, pero estoy en un punto, estando determinado a castigarlo, ya que está totalmente entregado a los placeres carnales, cuando le he ahorrado ciento veinte años más." Este sentido de las palabras se obtiene mucho entre los hombres eruditos. Y si cualquiera de estos sentidos se recibe, los razonamientos de los arminianos de estas palabras, a favor de cualquier rama de su esquema, caen al suelo; pero estoy dispuesto a permitir,


3. Que por el Espíritu de Dios, debamos entender el Espíritu Santo; así lo llama expresamente Jonathan Ben Uzziel, en su Targum; y estoy más bien inducido a creer que este es el significado de la frase; ya que el apóstol Pedro, cuando habla de Cristo siendo muerto en la carne, y vivificado por el Espíritu, debe entenderse por el Espíritu Santo, añade, por el cual, esto es, por el tal Espíritu, también él fue y predico a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo fueron desobedientes, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, (1 Pedro 3:18-20). Estas palabras se refieren a aquellas en Génesis, y son las mejores claves para estas. Procedo a considerar,


II. Si el Espíritu Santo estuvo en los hombres del mundo antiguo, ya que, como se observa, las palabras pueden ser pronunciadas, Mi Espíritu no siempre contenderá con el hombre; y se puede concluir que por lo tanto, el Espíritu de Dios está en cada hombre, de quien él puede eliminar totalmente por la mala conducta.


1. El Espíritu de Dios está en todas partes, en cada criatura, y por tanto en cada hombre, como Dios omnipresente; por eso dice el salmista: ¿Adónde he de huir de tu Espíritu? (Sal. 139:7.) También puede estar en algunas personas por sus dones naturales o divinos, ya sea de manera ordinaria o extraordinaria, o por algunas operaciones suyas en la mente; que no son de naturaleza salvífica, ni están destinados a un fin salvífico; y en uno u otro de estos sentidos, la manifestación del Espíritu se da a cada hombre para provecho; (1 Co. 12:7); y puede decirse que el Espíritu está tanto en los hombres del viejo mundo como en los de este. Pero,


2. Debe negarse que está en cada hombre en modo de gracia especial y para fines de salvación, siempre que se comporte bien; porque todo hombre inconverso está destituido del Espíritu; si el Espíritu, en este sentido, estuviera en cada hombre, la morada del Espíritu no sería evidencia de regeneración; la diferencia entre un hombre regenerado y un no regenerado radica en esto, el uno tiene, el otro no tiene el Espíritu de Dios. Por eso,


3. Es fácil juzgar en qué sentido el Espíritu de Dios se va y no se va de donde estaba. Donde esté sólo por sus dones u operaciones externas, puede quitarlos por completo, puede quitar esos dones, o cesar de esas obras; y los hombres, a pesar de esto, pueden perderse eternamente; pero donde está por su gracia especial, nunca se va totalmente, aunque puede retirar su graciosa presencia por un tiempo; su pueblo puede no ser complacido con sus alegrías y comodidades, y en su aprensión puede parecer que él ha sido quitado de ellos, sin embargo, él siempre permanece en ellos; de lo contrario, las oraciones de Cristo por su perpetua permanencia con su pueblo no serían contestadas; ni la morada del Espíritu seria una seguridad de la perseverancia de los santos ni una garantía segura de su gloria futura. Para añadir algo más, las palabras del texto no hablan de la existencia del Espíritu en los hombres del mundo antiguo, sino de su lucha con ellos. Por lo que pasamos a la próxima pregunta


III. tercero ¿Qué significan los impulsos/esfuerzos/contender del Espíritu? ya sea por el descuido del hombre hacia él, o por la oposición a él, puede luchar sin ningún propósito.


1. La palabra hebrea zwd, aquí utilizada, significa juzgar, ejecutar juicio o castigar de manera justa; y así algunos leyeron las palabras, Mi Espíritu no juzgará a estos hombres para siempre; No los reservaré para tormentos eternos; los castigaré aquí en este mundo; porque son de carne, frágiles criaturas pecadoras; No contenderé para siempre, ni estaré siempre enojado; porque su espíritu desfallecería delante de mí, y las almas que he hecho; (Isa. 57:16) o más bien el sentido es según esta versión, Mi Espíritu no ejercerá juicio sobre ellos para siempre, es decir, inmediatamente, directamente, en este mismo instante; aunque sean tan corruptos, les daré el espacio de ciento veinte años para que se arrepientan; y después de eso, si no se arrepienten, los entregaré a la destrucción; que por consiguiente fue el acontecimiento de las cosas.



2. La palabra aquí traducida esforzarse, significa también litigar un punto, o razonar en una causa; antes de que esté madura para el juicio, o la ejecución de la misma. Ahora bien, el Espíritu de Dios había estado litigando y razonando con estos hombres en la corte y ante el tribunal de sus propias conciencias, acerca de sus pecados, por una providencia u otra, y por un ministro u otro; particularmente por Noé, un predicador de justicia, y eso en vano; por lo tanto, determina no seguir más de esta manera, sino proceder a pasar y ejecutar la sentencia de condenación sobre ellos, ya que estaban tan corruptos, siendo nada más que carne. Sin embargo, para mostrar su clemencia y paciencia, les concede un indulto de ciento veinte años; que es aquella paciencia de Dios de la que habla el apóstol, que esperó en los días de Noé, mientras se preparaba el arca. (1 Pedro 3:20). Por lo tanto, parece que los esfuerzos del Espíritu de Dios con estos hombres fueron solo por el ministerio externo de la palabra, y en una forma de persuasión moral, que no llegó a nada. Esto puede llevarnos a observar la insuficiencia de la persuasión moral y del ministerio externo de la palabra, sin la gracia poderosa y eficaz del Espíritu.


3. Ahora es fácil discernir en qué sentido se puede oponer y resistir al Espíritu de Dios, y luchar sin ningún propósito, y en qué sentido no. Las cosas del Espíritu de Dios son desagradables para un hombre natural: no es de extrañar que el ministerio externo de la palabra y las ordenanzas sean despreciadas, opuestas y resistidas. La llamada externa puede ser rechazada; sí, algunas mociones y convicciones internas pueden ser anuladas, reprimidas y desvanecidas: es más, se concederá que puede haber y hay oposición y resistencia a la obra del Espíritu de Dios en la conversión; pero entonces el Espíritu no puede ser tan resistido, en las operaciones de su gracia, como para verse obligado a cesar de su obra, o ser vencido o impedido en ella; porque actúa con un designio que no puede ser frustrado, y con un poder que es incontrolable; si no fuera así, la regeneración y conversión de cada uno serian precaria, y donde la gracia del Espíritu es eficaz, según

la doctrina del libre albedrío, sería más debido a la voluntad del hombre que al Espíritu de Dios. .


IV. Cabe preguntarse si el mundo antiguo tuvo un día de gracia, y por tanto toda la humanidad, en el que pudieran salvarse si quisieran; tiempo durante el cual el Espíritu lucha con el hombre; y cuando expira, ya no se esfuerza más.


1. El espacio de ciento veinte años concedido al viejo mundo para el arrepentimiento fue ciertamente un favor y una indulgencia de la divina Providencia, un tiempo de longanimidad y paciencia de Dios; pero no se sigue, que por haberles sido asignado tal espacio, en el cual, si se hubieran arrepentido, hubieran sido salvados de la ruina temporal; para que, por tanto, todo el género humano tenga un día de gracia, el cual si mejoran, puedan salvarse con una salvación eterna.



2. Si por día de gracia se entienden los medios de gracia, el ministerio externo de la palabra y las ordenanzas, éstos son insuficientes para la salvación, sin la gracia eficaz de Dios; y además, estos no son disfrutados por toda la humanidad. Todo hombre no tiene un día de gracia en este sentido. A veces, los medios de gracia se han limitado a una nación en particular, y todo el resto del mundo ha estado sin ellos durante un número considerable de años. Este fue el caso de todas las naciones del mundo a quienes Dios permitió que anduvieran en sus propios caminos; los pasó por alto, no se fijó en ellos, no les dio ningún día de gracia; mientras que su adoración solo se mantuvo en la tierra de Judea. Y desde la venida de Cristo; la administración de la palabra y las ordenanzas han estado unas veces en un lugar, y otras en otro, cuando el resto de la humanidad ha estado sin ellas: de modo que cada hombre en este sentido no ha tenido un día de gracia.


3. Toda la dispensación del evangelio en general puede llamarse día de gracia; pero este día no expira mientras los hombres viven, o en su muerte; abarca desde la venida de Cristo, hasta el fin del mundo; continuará hasta que todos los elegidos de Dios sean reunidos: ni se puede decir de ningún hombre que haya sobrevivido o que haya pecado en este día de gracia, pues aún se dice: "si oyereis hoy su voz"; Ahora es el tiempo aceptado, ahora es el día de salvación. (Hebreos 3:7; 2 Corintios 6:2)



4. El día especial abierto de gracia para los elegidos de Dios, comienza en su conversión, la cual nunca terminará, nunca terminará con ellos; aunque tenga sus nubes y tinieblas, hasta que se transforme en el día eterno de gloria.

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