top of page

Teología Sistemática: CRISTO


Por: Vincent Cheung


Aunque solamente Dios determina el destino humano escogiendo salvar a algunos y condenar a todos los otros, él salva a sus elegidos produciendo dentro de ellos fe en Cristo. Esto significa que el destino de una persona es revelado por la forma en la que él piensa sobre Cristo. Dependiendo del grado y manera de la desviación de la revelación bíblica, sustentar un falso punto de vista sobre Cristo puede resultar en la condenación eterna. Por tanto, debemos estudiar la doctrina bíblica de Cristo con cuidado y reverencia, rechazado toda posición que comprometa o distorsione lo que la escritura enseña sobre él.

En este capitulo comenzare con una discusión sobre la persona de Cristo con un énfasis en su naturaleza dual. Consideraremos entonces diversos puntos significativos acerca de su vida y obra, especialmente con relación a su obra de expiación. El capitulo concluye con algunos comentarios sobre la supremacía de Cristo y sus implicación para el vivir cristiano y las religiones del mundo.

LA PERSONA DE CRISTO

El cristianismo bíblico afirma que Cristo posee dos naturalezas, que él es tanto divino como humano. Él existe junto con Dios Padre en la eternidad como la segunda persona de la trinidad, pero tomo la naturaleza humana en la ENCARNACION. El resultado de esto no compromete ni confunde sea la naturaleza divina, o la humana, de modo que Cristo era totalmente Dios y totalmente hombre, y permanecerá en esta condición para siempre. Las dos naturalezas de Cristo subsistiendo en una persona llevan el nombre de UNION HIPOSTÁTICA.

Algunas personas alegan que tal doctrina genera una contradicción; luego, antes de ofrecer respaldo bíblico para ella, vamos a defender primero su consistencia lógica.

Recordemos nuestras primeras discusiones sobre la Trinidad. La formulación doctrinaria histórica de la Trinidad dice: “Dios es uno en esencia y tres en personas”. Esta proposición no acarrea ninguna contradicción. Para que exista una contradicción nosotros debemos afirmar que “A es no-A”. En nuestro caso esto se traduce así: “Dios es uno en esencia y tres en esencia”, o “Dios es uno en persona y tres en persona”. Afirmar que Dios es uno y tres (no uno) al mismo tiempo y en el mismo sentido es auto-contradictorio. Sin embargo, nuestra formulación de la doctrina dice que Dios es uno en un sentido y 3 en otro diferente: “Dios es uno en esencia y tres en personas”. Mas allá de eso, aunque cada una de las 3 personas participe en la Divinidad única, la doctrina no se torna un triteísmo visto que aun hay un único Dios no tres.

La “esencia” en la formulación de arriba se refiere a los atributos divinos, o a la propia definición de Dios, de forma que las tres personas de la divinidad abarcan completamente la definición de deidad. Mas esto no supone un triteísmo, pues la propia definición de deidad incluye el atributo ontológico de la trinidad, de modo que cada miembro no es un Dios independiente. El Padre, el Hijo y el Espíritu son “personas” distintas porque representan 3 centros de conciencia dentro de la divinidad. Luego, aunque los tres participen completamente de la esencia divina, de manera que son un solo Dios, estos tres centros de conciencias resultan en tres personas dentro de esta divinidad única.

De modo similar, la formulación doctrinaria de la personalidad y encarnación de Cristo dice que él es uno en un sentido y dos en otro diferente. O sea, el es uno en persona, mas dos en naturalezas.

Para esclarecer esta formulación doctrinaria, precisamos definir los términos y relacionarlos a la formulación doctrinaria de la trinidad. El modo con que el termino “naturaleza” es usado en la formulación doctrinaria de la encarnación es similar al modo en que “esencia” lo es en la de la trinidad. Ellos se refieren a la definición de algo, y la definición de algo, a su vez, cambia de acuerdo con los atributos y propiedades de él. Personalidad es nuevamente definido por la conciencia o intelecto. Ahora bien, la definición de Dios incluye el atributo ontológico de la trinidad y, por consiguiente, existe un solo Dios, aunque haya tres personas divinas que comparten completa e igualmente los mismos atributos que definen la deidad.

En la encarnación, Dios Hijo tomó sobre si la naturaleza humana; esto es, él acrecentó a su persona el conjunto de los atributos que definen al hombre. El hizo esto sin mezclar las dos naturalezas, de manera que ambos atributos permanecen independientes. Así, su naturaleza divina no fue disminuida por la humana, y esta no fue deificada por aquella. Esta formulación también protege la inmutabilidad de Dios Hijo, dado que la naturaleza humana no modifica en nada a la divina.

La objeción de que los atributos divino y humano necesariamente se contradicen cuando son poseídos por una misma persona, yerra en no tener en cuenta que los dos son independientes en Dios Hijo. Por ejemplo, Cristo no era omnisciente según sus atributos humanos, pero lo era en relación a los divinos, y esto es verdad aun hoy. Estos no deificaron sus atributos humanos.

Esta formulación doctrinaria de la encarnación es inmune a la acusación de contradicción, visto que no afirmamos que Cristo es uno y dos al mismo tiempo y en el mismo sentido. Lo que aseveramos es que Cristo es una persona con dos conjuntos de atributos. Visto que esta formulación genera una contradicción lógica (N.Trad.), ella se prueba verdadera si podemos demostrar que Cristo es tanto Dios como hombre a través de la exégesis bíblica.

Consideraremos primero varios pasajes que indican la DEIDAD de Cristo. En el inicio de su evangelio, el apóstol Juan se refiere a Jesucristo como el logos, o la Palabra:

“en el principio era aquel que es la Palabra. El estaba con Dios, y era Dios. El estaba con Dios en el principio. Todas las cosas fueron hechas por intermedio de él; sin él, nada de lo que existe habría sido hecho.” (Juan 1:1-3).

El versículo uno comienza afirmando la preexistencia de Cristo, diciendo que él existía antes de el evento de la creación. El mismo Cristo confesó su preexistencia en Juan 8, diciendo, “yo les afirmo de que antes que Abraham naciera, YO SOY” (V. 58). La palabra Dios (Griego: Theos) en este verso se refiere al Padre, y “la Palabra estaba con Dios” indica que Cristo no es idéntico al Padre en términos de su personalidad. Con todo, él no es menos que Dios en términos de sus atributos, pues el verso continuo diciendo, “la Palabra era Dios”. Esta es una indicación explicita de la atribución de deidad a Jesucristo. Las palabras, “él estaba con Dios en el principio”, en el verso 2, nuevamente afirman su preexistencia y el hecho de que él es distinguible del Padre.


El verso 3 habla de Cristo como el agente de la creación, diciendo, “todas las cosas fueron hechas por intermedio de él; sin él nada de lo que existe habría sido hecho”. Esto concuerda con la Cristología de Pablo que escribió en Colosenses 1:16, “pues en él fueron creadas todas las cosas en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles sean tronos o soberanías, poderes o autoridades; todas las cosas fueron creadas por él y para él”. Cristo no solamente es el creador del universo, mas presentemente está sustentando la propia existencia de este. Pablo dice que “en él todo subsiste” (V.17). Fue a través de él que Dios “hizo el universo” y es también Cristo quien “sustenta todas las cosas por su palabra poderosa” (Hebreos 1:2-3).

Colosenses 2:9 dice, “pues en Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad”. Tito 2:13, “aguardamos la bendita esperanza: la gloriosa manifestación de nuestro gran Dios y Salvador, Jesucristo”. En Hebreos 1:3 leemos, “el hijo es el resplandor de la gloria de Dios y la expresión exacta de su ser”. Hebreos 1:8 hace una aplicación mesiánica del Salmo 45:6-7, cuando Dios dice a Cristo: “tu trono, oh Dios, subsiste para siempre; cetro de equidad es el cetro de tu reino”. Así, Dios Padre declara que Jesús es Dios, y dice que su dominio es “para siempre”. Finalmente, Pablo escribe en filipenses 2:6 que Cristo, “aunque existiendo en forma de Dios,” tomó sobre sí atributos humanos.

Veremos ahora algunos pasajes que indican la HUMANIDAD de Cristo. Tras afirmar fuertemente la deidad de Cristo, el apóstol Juan escribe en su evangelio “la Palabra se hizo carne y vivió entre nosotros” (Juan 1:14). Hebreos 2:14 dice, “por lo tanto, visto que los hijos son personas de carne y sangre, él también participo de esta condición humana, para que, por su muerte, derrotase a aquel que tiene el poder de la muerte…”. Pablo es muy explicito al respecto de la humanidad de Cristo cuando escribe 1 Timoteo 2:5: “pues hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús”.

Varios pasajes en la Biblia indican que, en su naturaleza humana, Jesús tenía verdaderas limitación. Por ejemplo, él estuvo “cansado del viaje” en Juan 4:6, hambriento en Mateo 21:18, sediento en Juan 19:28. Y el mas significativo, “el sufrió la muerte” (Hebreos 2:9) para comprar la salvación para sus elegidos.

Algunos pasajes en la Biblia afirman o suponen tanto la divinidad como la humanidad de Cristo. Por ejemplo, Juan 5:18 dice que los Judíos procuraban matar a Jesús porque él “estaba diciendo que Dios era su propio Padre, igualándose a Dios”. Ellos lo vieron como un hombre, pero el reivindicaba ser Dios. Juan 8:56-59 describe otro conflicto semejante a este:

“Abraham, padre de ustedes, se regocijo porque vería mi día; él lo vio y se alegro”. Le dijeron los judíos: “¿usted no tiene aun 50 años, y vio a Abraham?”. Respondió Jesús: “yo les afirmo que antes de que Abraham naciera, ¡YO SOY!”. Entonces ellos tomaron piedra para apedrearlo, mas Jesús se escondió y salio del templo.

Las personas reconocieron que en su vida humana Jesús no tenía aun 50 años de edad y afirmaba conocer personalmente a Abraham. Aquellos que lo oyeron no mencionaron su humanidad, mas entendieron que sus palabras contenían una reivindicación de divinidad.

Mateo 22:41-45 afirma que Jesús es tanto Dios como hombre:

Estando los fariseos reunidos, Jesús les preguntó: “¿Qué piensan ustedes respecto del Cristo? ¿De quien es Hijo?”. “Es hijo de David”, respondieron ellos. El les dijo: “entonces, ¿Cómo es que David, hablando por el Espíritu, lo llama Señor? Pues él afirma: el Señor dijo a mi Señor: siéntate a mi derecha, hasta que yo ponga a tus enemigos debajo de tus pies. Si, pues, David lo llama Señor, ¿Cómo puede ser su hijo?”.

Los fariseos reconocieron que el Cristo seria el hijo de David, y el tal, seria humano. Con todo, mientras estaba “hablando por el Espíritu”, de modo que no podría estar errado, David lo llamo “Señor”, como una designación de deidad. Por tanto, el Cristo seria tanto el descendiente humano como el divino Señor de David- seria Dios y hombre al mismo tiempo.

LA VIDA DE CRISTO

Jesucristo fue milagrosamente concebido en la virgen Maria. Como Mateo 1:18 explica: “fue así el nacimiento de Jesucristo: Maria, su madre, estaba prometida en casamiento a José, pero, antes que se uniesen, se halló encinta por el Espíritu Santo”. El versículo 20 enfatiza que ella no fue grávida por un hombre, sino que el niño vino “del Espíritu Santo” Cristo “nació de una mujer” (Gálatas 4:4), pero en vez de ser concebido por la unión de un hombre y una mujer, él fue concebido por el “poder del Altísimo” (Lucas 1:35). Así, la persona nacida era tanto divina como humana.

Diferente de todos los seres humanos después de Adán, Jesús no tenía culpa imputada o corrupción heredada. Ahora, la Biblia no dice que la culpa imputada y la corrupción heredad vengan solamente del padre, y nosotros sabemos también que Maria era pecadora así como el resto de la humanidad. Aunque la concepción virginal testifique que él no era un ser humano ordinario, por si misma ella era insuficiente para proteger al niño de toda contaminación. Por lo tanto, la impecabilidad de Cristo no puede ser debido a la concepción virginal solamente, sino que fue el decreto soberano de Dios de que ninguna culpa seria imputada sobre Cristo y que ninguna corrupción seria heredada por él. El “poder del Altísimo” no solamente causó la concepción de Cristo sin un padre humano, mas también guardó al niño tanto de la culpa legal de Adán como de la naturaleza corrupta resultante del pecado. Esto fue así para que el niño pudiese ser correctamente llamado “el Santo” (Lucas1:35).

Algunas personas argumentan que Cristo debe haber estado sujeto tanto al error como al pecado simplemente por ser una persona humana; la inmunidad completa al pecado significaría que el no era completamente humano. Las tendencias a incurrir en engaños y cometer pecados parecen ser intrínsecas a lo que significa ser humano. Luego, decir que él era humano significa que también era propenso al error y al pecado. Si Cristo no fuese sujeto a estos defectos, él no hubiese sido humano. A final de cuentas tales personas afirman: “errar es humano”.

Con todo, esta opinión olvida el hecho de que toda la raza humana existe en un estado depravado que se distingue de la condición original del hombre. Adán y Eva no fueron creados pecadores y, todavía, ellos eran plenamente humanos. Esto significa que la pecaminosidad no es un atributo humano esencial. Que nuestro estado pecaminoso sea un factor universal de la vida humana impide que algunos vean que este es un hecho anormal. En otras palabras, es posible ser un ser humano sin culpa imputada y corrupción heredada; sin embargo, solamente Adán, Eva y Jesús nacieron sin pecado.

Esto se relaciona a lo que Pablo dijo sobre Cristo, el “ultimo Adán” o el “segundo hombre” (1 Corintios 15:45-47). El “primer hombre”, Adán, como un cabeza federal representando a todo miembro perteneciente al grupo de personas atribuidas a él en la mente de Dios, a saber la raza humana. El “Segundo hombre”, Jesús, también fue un cabeza federal, y representó a todo miembro perteneciente al grupo de personas atribuidas a él en la mente divina, a saber, los elegidos.

En cuanto al ministerio de Jesús, el fue caracterizado por la predicación, enseñanza y sanidad:

Jesús fue por toda Galilea, enseñando en la sinagogas de ellos, predicando las buenas nuevas del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias entre el pueblo (Mateo 4:23).

Jesús iba pasando por todas las ciudades y poblados, enseñando en las sinagogas, predicando las buenas nuevas del Reino, y curando todas las enfermedades y dolencias (Mateo 9:35).

Mas él dijo: “es necesario que yo predique las buenas nuevas del Reino de Dios en otras ciudades también, porque para esto fui enviado” (Lucas 4:43).

Su predicación y su milagro trajeron creciente hostilidad de parte de sus enemigos. Tras varios años de ministerio, fue traicionado por su discípulo Judas, y entregado a manos de aquellos que deseaban matarlo. Tras un periodo de tratos severos e injustos de las autoridades judaicas y los soldados romanos, él fue sentenciado por Pilatos a la muerte por crucifixión. Jesús murió en la cruz, e incluso su muerte testificó lo que él era: “cuando el centurión estaba en frente de Jesús oyó su gemido y vio como él murió, y dijo: ¡realmente este hombre era el hijo de Dios!” (Marcos 15:39).

Jesús tenia un cuerpo humano real, y su muerte fue literal y física. Los evangelios dejan en claro que él murió:

Vinieron, entonces, los soldados y quebraron las piernas del primer hombre que estaba crucificado con Jesús y enseguida las del otro. Pero cuando llegaron a Jesús, constatando que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas. En vez de eso, uno de los soldados perforó el costado de Jesús con una lanza, y luego salio sangre y agua (Juan 19.32-34).

Los soldados romanos eran muy bien entrenados, y sin duda habían realizado diversas crucifixiones antes que esta; ellos podrían haber determinado fácilmente si sus victimas estaban muertas o vivas. Cuando ellos descubrieron que Jesús “ya estaba muerto” (Juan 19:33), no vieron ninguna necesidad de quebrar sus piernas para apresurar su muerte. Pero, solo por seguridad, uno de los soldados perforo su costado, del cual “Salió sangre y agua” (Juan 19:34), probando su muerte desde un punto de vista medico.

Así como la muerte de Cristo fue literal y física, también lo fue su resurrección. La Biblia registra que él resucitó de entre los muertos al tercer día. Resucito con el mismo cuerpo que tenía antes, mas transformado y perfeccionado. Pablo escribe que los cristianos también recibirán un cuerpo tal cuando Jesús regrese y resucite a los muertos: “así será con la resurrección de los muertos. El cuerpo que es sembrado es perecedero y resucita imperecedero” (1 Corintios 15:42). En todo caso, el cuerpo resucita o “glorificado” aun podría manifestar funciones en el mundo físico, de forma que, cuando Jesús apareció a sus discípulos, él les dijo: “miren mis manos y mis pies. ¡soy yo mismo! Tóquenme y vean; un espíritu no tiene carne ni huesos, como están viendo que yo tengo” (Lucas 24:39).

Tras su resurrección, Jesús apareció a sus discípulos diversas veces en un periodo de cuarenta días, mostrándoles “muchas e infalibles pruebas” (Hechos 1:3) de que estaba vivo. Después, la Biblia registra que él fue elevado al cielo y que le fue dada una posición de autoridad por el Padre: “habiendo dicho esto, fue elevado a las alturas mientras ellos miraban, y una nube lo cubrió de la vista de ellos” (Hechos 1:9); “después de haberles hablado, el Señor Jesús fue elevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios” (Marcos 16:19).

Comentários


bottom of page