Teología Sistemática: LA OBRA DE CRISTO
- Los pensadores
- 6 jul 2020
- 27 Min. de lectura
Por: Vincent Cheung
La obra de Jesucristo es usualmente caracterizada por la EXPIACION que él obtuvo para los elegidos. La naturaleza de la expiación es de muerte penal substitutiva. Pablo escribe, “el salario del pecado es la muerte” (Romanos 6:23), mas en vez de requerir nuestra propia muerte, Dios envió a Jesucristo para pagar por nuestros pecados, llevando nuestra culpa y muriendo en la cruz en nuestro lugar.
Una cuestión con respecto a la expiación es si la muerte sustitutiva de Cristo era necesaria para redimir a los pecadores. Dos respuestas significativas a esta pregunta son los puntos de vista de la NECESIDAD HIPOTETICA y de la NECESIDAD CONSECUENTE Y ABSOLUTA de la expiación. John Murray los explica de la siguiente forma:
El concepto conocido como necesidad hipotética asevera que Dios podía perdonar el pecado y salvar a sus elegidos sin expiación o satisfacción-otros medios estaban disponibles para él, a quien todas las cosas son posibles. Sin embargo, la forma de sacrificio vicario de su Hijo fue simplemente el medio que Dios, en su gracia y sabiduría soberana, escogió, porque este es el medio por el cual el mayor número de ventajas concurren, y el medio por el cual la gracia es mas maravillosamente revelada…
Llamamos al otro concepto de necesidad consecuente y absoluta. La palabra “consecuente” en esta designación se refiere al hecho de que la voluntad o decreto divino para salvar a alguien es de libre y soberana gracia. Salvar a hombres perdidos no fue una necesidad absoluta, y sí el beneplácito de Dios. Los términos “necesidad absoluta” sin embargo, indican que Dios, habiendo elegido a algunos para vida eterna, meramente por su beneplácito, tubo la necesidad de cumplir este propósito a través del sacrificio de su propio hijo, una obligación que manó de las perfecciones de su propia naturaleza. (1)
Si solo estas dos opciones estuvieran disponibles, la necesidad consecuente absoluta seria preferible. La expiación no era necesaria en el sentido de que Dios no tenía que salvar a nadie en absoluto. Pedro escribe: “pues Dios no guardo a los Ángeles que pecaron, sino que los lanzo en el infierno, encerrándolos en abismos tenebrosos a fin de ser reservados para el juicio” (2 Pedro 2:4). Así como no fue necesario que un Dios amoroso salvara a los Ángeles del pecado, él tampoco estaba obligado a salvar al hombre debido a su propia naturaleza o algo externo a él. Todavía, por causa de su amor a los elegidos, él envió a Jesucristo para salvar a los pecadores, aunque él no estuviera obligado a hacerlo.
Aunque no fuera necesario que Dios salvara a pecadores, una vez que la decisión fue hecha, la muerte de Jesús se volvió necesaria para pagar el precio por el pecado de los hombres. Con referencia a su muerte, Jesús oro: “padre mió, si fuese posible, a parta de mi este cáliz; con todo, no sea como yo quiero, mas si como tu quieres” (Mateo 26:39). El pidió si era de algún modo posible que los efectos pretendidos por la expiación fuesen realizados de otra forma, insistiendo con todo en que, en cualquier caso, la voluntad divina fuese cumplida. Tras orar de esta manera: “le apareció entonces un ángel del cielo que lo fortalecía” (Lucas 22:43). La voluntad del Padre era que Jesús llevara a cabo la obra de la expiación, sobre entendiendo así que la muerte de Cristo era inevitable para alcanzar los resultados pretendidos. Tras su resurrección Jesús dijo a sus discípulos: “¿no era necesario que el Cristo sufriese estas cosas y entrase en su gloria?” (Lucas 24:26, Traducción del Nuevo Mundo), significando que este era realmente el único camino.
Podemos proseguir para inquirir porqué la muerte de Cristo era el único camino. Sino hubiese ninguna expiación, todos morirían por sus propios pecados (Juan 8:24), y la Biblia indica que el castigo seria torturador y sin fin. Se puede quedar libre de recibir el justo castigo solamente si otro muere en el lugar del culpable. Pero un ser humano pecador no puede morir para redimir a otro, visto que cualquier pecador que sufriese la ira divina estaría haciéndolo apenas por causa de sus propios pecados. Así, la expiación exigía una ofrenda perfecta e inocente. Aunque Dios hubiese instituido la practica del sacrificio animal bajo la Antigua Alianza, ella solamente anticipaba la muerte expiatoria de Cristo, visto que “es imposible que la sangre de toros y cabras quitara los pecados” (Hebreos 10:4). Por lo tanto, Cristo era el único sacrificio aceptable y suficiente.
La necesidad consecuente y absoluta es la “posición protestante clásica”, (2) pero hay una propuesta mejor para la cuestión de la necesidad de la expiación. A partir de la perspectiva del supralapsarianismo (3), el decreto para redimir al elegido es lógicamente anterior al decreto de la caída del hombre:
1. La elección de algunos pecadores para la salvación en Cristo; la condenación del resto de la humanidad pecadora.
2. La aplicación de la obra redentora de Cristo a los pecadores elegidos.
3. La redención de los pecadores elegido por la obra de Cristo.
4. La caída del hombre.
5. La creación del mundo y del hombre.
La obra redentora de Cristo no fue una reacción al pecado del hombre; antes, Dios decretó la caída del hombre de forma que la expiación pudiese ocurrir.
Cristo fue “escogido antes de la creación del mundo” (1 Pedro1:20) para ser el cordero de Dios. Pablo escribe que la “vida eterna” fue “prometida antes de los tiempos eternos” a los “elegidos de Dios” (Tito 1:1-2), y que Dios escogió a aquellos a quienes él redimiría “antes de la creación del mundo” (Efesios 1:4). Dios determino la identidad de los elegidos, prefirió redimirlos, y selecciono a Cristo como el redentor antes de la creación del mundo.
Visto que Dios es eterno o atemporal, esto significa que nunca existió la posibilidad de que él no redimiera a sus elegidos a través de la muerte sustitutiva de Cristo. En realidad, el plan de redención era lógicamente una certeza aun antes de que Dios decretara la caída del hombre. Por lo tanto, dado el orden supralapsariano de los decretos eternos, la expiación sustitutiva de Cristo era una NECESIDAD ABSOLUTA.
Aunque muchas personas tiendan a asociar la obra redentora de Cristo solamente con su muerte y resurrección, es imposible ignorar lo otros eventos de su vida al discutir la redención. Las acciones que él realizó para salvar a sus elegidos del pecado no fueron limitadas a los eventos que siguieron a su prisión, sino que incluyen aquellas que fueron realizadas antes de este evento. Debemos considerar su vida entera como una vida cuyo propósito fue el de redimir a aquellos a quienes Dios le había dado. Por ejemplo, incluso su acción de adoptar los atributos humanos para volverse como nosotros e identificarse como nosotros es parte de su obra redentora.
Por consiguiente, algunos teólogos distinguen entre la OBEDIENCIA ACTIVA y la OBEDIENCIA PASIVA de Cristo en nuestro favor. Ambos términos sugieren que él vino para tener existo en el punto donde Adán falló, a saber, para vivir en perfecta obediencia para con Dios. Pablo escribe: “y, siendo encontrado en forma humana, se humillo a si mismo y fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:8). Estos dos términos designan dos aspectos de la obediencia a través de la cual Cristo pagó por los pecados de los elegidos y alcanzo para ellos justicia perfecta.
La obediencia activa de Cristo ser refiere a su perfecta devoción en nuestro favor a las leyes divinas. Él satisfizo completamente las exigencias morales de Dios, que, a su vez acredita esta justicia a aquellos que creen en Cristo. Romanos 5:19 dice: “luego, así como por medio de la desobediencia de un solo hombre muchos fueron hechos pecadores, así también, por medio de la obediencia de un único hombre muchos serán hechos justos”. Muchas personas tienden a negligenciar este aspecto de la obra redentora de Cristo, pero ella es una parte necesaria de lo que él hizo por los elegidos.
Sustentar que Cristo precisaba morir solamente por los pecados de los elegidos para redimirlos no consigue explicar por que él hizo tantas cosas (a parte de morir), tales como obedecer las leyes de Dios, soportar tentaciones severas, realizar numerosas buenas obras y actos de misericordia, y vivir una vida incomparable de justicia. La verdad es que, más allá de salvarnos del pecado, Cristo también mereció una justicia positiva en nuestro favor.
Esto ayuda a explicar porque solamente un breve periodo de tiempo en la vida de Jesús consiste de un ministerio público activo, mientras antes él vivía en relativa oscuridad. Antes de su ministerio público, él no solo estaba preparándose para su obra de predicación y esperando el momento correcto. La redención de los elegidos dependía no solamente de sus años y días finales, sino también de la obediencia y justicia que él demostró durante toda su vida como el cabeza federal de los elegidos. Por lo que hizo antes de su ministerio, durante su ministerio, y en su muerte y resurrección, él aseguró una justicia perfecta para ser acreditada a aquellos que creerían en él.
La obediencia pasiva de Cristo se refiere a la penalidad por los pecados de los elegidos que él sufrió. El pecado requiere castigo, y la justa penalidad de la provocación contra Dios es el tormento sin fin en el infierno. Visto que el castigo es interminable, no hay escape o restauración para aquellos que estuvieren bajo la ira divina. Otro tendría que morir en el lugar del pecador para que este quedase libre y para que la justicia de Dios fuese satisfecha al mismo tiempo. Con todo, “todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23) y, así, ningún ser humano esta cualificado para morir por los pecados de otro, visto que cada uno de ellos es culpable de lo mismo, y solamente recibiría el justo castigo por sus propios pecados, si tuviera que sufrir bajo la ira divina.
La única solución es que un ser humano inocente muera por otro, y así sufrir verdaderamente la penalidad del pecado que él mismo no merece. Esto fue lo que Jesús hizo por los elegidos: “Dios hizo pecado por nosotros a aquel que no tenia pecado, para que en él nos hiciéramos justicia de Dios” (2 Corintios 5:21). Aunque Jesús no hubiese pecado (Hebreos 4:15), él sufrió como un pecador, visto que Dios soberanamente imputo la culpa de los elegidos sobre él. Así, aquellos por quienes él actuó como un cabeza federal-a saber, los elegidos-recibirían su justicia perfecta también por imputación.
Jesús sufrió muchas cosas durante su vida terrena. Esto incluye las tentaciones intensas que experimentó de Satanás (Lucas 4:1-14), la oposición por parte de los lideres religiosos (Hebreos 12:3), y el propio hecho de que él tuviese que soportar diversas limitaciones y problemas humanos, tales como hambre y cansancio, cosas las cuales él estaba inmune en su naturaleza divina. Isaías 53:3 dice, “fue despreciado y rechazado por los hombres, un hombre de dolores y experimentado en el sufrimiento”, y los escritos a los Hebreos declaran lo siguiente:
Al llevar muchos hijos a la gloria, convenía que Dios, por causa de quien y por medio de quien todo existe, tornase perfecto, mediante el sufrimiento, al autor de la salvación de ellos… aunque siendo Hijo, él aprendió a obedecer por medio de aquello que sufrió (Hebreos 2:10, 5:8).
Sus sufrimientos se intensificaron desde la hora de su prisión hasta la muerte sobre la cruz. Esta es la porción de tiempo que mas tenemos en mente cuando nos referimos a los sufrimientos de Cristo:
Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jesús al pretorio, y reunieron alrededor de él a toda la compañía; y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata, y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza. Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle.
(Mateo 27:27-31)
Aunque lo que Jesús tuviese que sufrir aquí fuese doloroso y humillante, y grandemente diferente del trato apropiado para Dios Hijo, él, sin embargo, soportó todo esto por sus elegidos. Mas no había acabado, pues después de todo esto, “lo llevaron para crucificarlo” (V.31). La crucifixión era una forma de infligir una muerte que producía sufrimiento extremo para la victima.
Aun más terrible que el dolor físico fue el sufrimiento espiritual o psicológico de cargar la culpa de los elegidos. Jesús era perfectamente santo y sin pecado; él nunca había sentido los efectos del pecado sobre la conciencia. Pero en aquella hora Dios imputo sobre él todo el peso de la culpa de los elegidos:
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. (Isaías 53:6)
Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.
(Isaías 53:12)
Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.
(1 Pedro 2:24)
Algunas personas pueden preguntarse porque la muerte de una persona es suficiente para pagar los pecados de muchas. La respuesta es encontrada en Romanos 5:15, 18-19:
Sin embargo, no hay comparación entre el don y la trasgresión. Pues si muchos murieron por causa de la transgresión de uno solo, mucho mas la gracia de Dios, esto es, el don por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, sobre abundo para muchos.
Consecuentemente, así como una sola transgresión resultó en la condenación de todos los hombres, así también un solo acto de justicia resultó en la justificación que trae vida a todos los hombres. Luego, así como por medio de la desobediencia de un solo hombre muchos fueron hechos pecadores, así también, por medio de la obediencia de un único hombre muchos serán hechos justos.
Así como Adán representó a toda la raza humana cuando pecó, así Jesús represento a los elegidos en su perfecta justicia y obra expiatoria.
En cuanto al porqué de que un tan breve periodo de castigo fue suficiente para quitar los pecados de tantos individuos, y aceptado como un sustituto suficiente por el castigo sin fin de los pecadores, precisamos considerar solamente el valor del sacrificio y la intensidad del sufrimiento. La perfección de Cristo era tal que Dios aceptó su sacrificio de una vez por todas, y su sufrimiento a favor de los elegidos como suficiente para obtener la “eterna redención” para ellos: “no por medio de sangre de cabras y novillos, sino por su propia sangre, él entró en el lugar santísimo, de una vez por todas, y obtuvo eterna redención” (Hebreos 9:12); “pues también Cristo sufrió por los pecados una vez por todas, el justo por los injustos, para conducirnos a Dios. Él fue muerto en el cuerpo mas vivificado por el espíritu” (1 Pedro 3:18).
En todo caso, fue la aceptación soberana de Dios de la expiación que determinó y probó su suficiencia. Así como Adán fue un cabeza y representante federal apropiado y legítimo de aquellos que fueron identificados con él en la mente divina (la raza humana) así Jesús fue un cabeza y representante federal apropiado y legítimo de aquellos que fueron identificados con él en la mente de Dios (los elegidos). A fin de cuentas, la expiación fue suficiente y eficaz porque ella satisfizo el propio parámetro de justicia de Dios.
En cuanto a la extensión o alcance de la expiación, muchas personas presumen que Jesús murió por todo ser humano; con todo, la Biblia enseña que murió solamente por aquellos a quienes Dios había escogido para salvación, esto es los elegidos. Esta doctrina es frecuentemente llamada EXPIACION LIMITADA, pero el termino es engañoso, visto que, aunque solamente individuos específicos hayan sido escogidos para salvación, Cristo realmente los salva en el mas alto grado (Hebreos 7:25). Así, muchos partidarios de esta doctrina bíblica defienden que ella es más apropiadamente llamada EXPIACION PARTICULAR o EXPIACION DEFINIDA. Yo considero el termino EXPIACION ESPECIFICA EFICAZ como mas descriptivo, como la siguiente exposición de la doctrina ha demostrar.
La objeción popular a la enseñanza bíblica de la expiación definida es el punto de vista que dice que la obra de Cristo tornó la salvación solamente posible para todos, pero efectiva para nadie. La salvación es aplicada a una persona cuando ella se apropia de los beneficios de la obra redentora de Cristo. Con todo, la escritura, enseña que él alcanzo con éxito la salvación real del pecado por todos aquellos para quienes su obra redentora fue intencionada, y que solo intentó asegurar la salvación para los elegidos.
La doctrina de la expiación definida está íntimamente relacionada con la elección de individuos por Dios para salvación. Aunque trataré de la doctrina de la elección con mayores detalles en el próximo capitulo, ella ya fue suficientemente probada en los capítulos anteriores de este libro, de forma que podemos proseguir con la suposición de que ella es realmente lo que la Biblia enseña. Esto es, él escogió en la eternidad un número definido de individuos para ser salvos, mientras que el resto fue rechazado. La expiación definida enseña que Cristo vino para morir solamente por los elegidos, esto es, por aquellos a quienes Dios escogió para salvación.
Si Cristo pagó el precio por todos los pecados de cada ser humano, entonces ¿Por qué seria alguien condenado? Realmente, hay algunos que enseñan que, en su obra de expiación, él pagó completamente el precio por los pecados de todo ser humano y, por tanto, nadie sufrirá la condenación. Esta posición del UNIVESALISMO es escandalosamente falsa, visto que la escritura enseña que muchos serán enviados al infierno por sus pecados en el Día del juicio. La escritura enseña que hay un infierno eterno y que muchas personas serán realmente enviadas para allá. Los versículos de abajo son apenas algunos ejemplos:
Si tu mano o tu pie te hace pecar, córtatelo y arrójalo. Más te vale entrar en la vida manco o cojo que ser arrojado al fuego eterno con tus dos manos y tus dos pies. Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo y arrójalo. Más te vale entrar tuerto en la vida que con dos ojos ser arrojado al fuego del infierno.
(Mateo 18:8-9)
»¡Serpientes! ¡Camada de víboras! ¿Cómo escaparán ustedes de la condenación del infierno?[y]
(Mateo 23:33)
Luego dirá a los que estén a su izquierda: “Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles… y aquéllos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.
(Mateo 25:41, 46)
En el infierno, en medio de sus tormentos, el rico levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Así que alzó la voz y lo llamó: “Padre Abraham, ten compasión de mí y manda a Lázaro que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua, porque estoy sufriendo mucho en este fuego.”…“Entonces te ruego, padre, que mandes a Lázaro a la casa de mi padre, para que advierta a mis cinco hermanos y no vengan ellos también a este lugar de tormento.”
(Lucas 16: 23-24, 27-28)
Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican artes mágicas, los idólatras y todos los mentirosos recibirán como herencia el lago de fuego y azufre. Ésta es la segunda muerte.»
(Apocalipsis 21:8)
Pero la mayoría de las personas que se opone a la doctrina bíblica de la expiación definida no afirma el universalismo real; antes, defienden una posición que puede ser llamada UNIVESALISMO HIPOTETICO. Ellos sustentan que Cristo torno posible la salvación para todos los seres humanos, y que todos ellos pueden ser salvos solamente si creen en el evangelio. Sin embargo, si Cristo realmente pagó el precio del pecado por todos, entonces ¿Por qué alguien seria enviado al infierno? La respuesta usual es que una persona debe aceptar por la fe lo que Cristo hizo, pues aunque el precio del pecado haya sido completamente pagado, Dios aun la condenara. Más esto significa que él castigara los mismos pecados dos veces, una vez en la cruz sobre Cristo, y una segunda vez sobre la persona que cometió aquellos pecados.
Un predicador intentó escapar de este problema diciendo que el único pecado por el cual Dios enviaría a las personas al infierno es el de rechazar a Jesucristo. Pero esta posición contradice pasajes bíblicos que dicen que Dios, de hecho, tomara en cuenta los pecados personales de los réprobos:
Ciertamente, la ira de Dios viene revelándose desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los seres humanos, que con su maldad obstruyen la verdad. Me explico: lo que se puede conocer acerca de Dios es evidente para ellos, pues él mismo se lo ha revelado.
(Romanos 1:18-19)
Porque pueden estar seguros de que nadie que sea avaro (es decir, idólatra), inmoral o impuro tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios.[m] Que nadie los engañe con argumentaciones vanas, porque por esto viene el castigo de Dios sobre los que viven en la desobediencia.
(Efesios 5:5-6)
Por tanto, hagan morir todo lo que es propio de la naturaleza terrenal: inmoralidad sexual, impureza, bajas pasiones, malos deseos y avaricia, la cual es idolatría. Por estas cosas viene el castigo de Dios.
(Colosenses 3:5-6)
También, este punto de vista que dice que Dios condenara a las personas solo por su rechazo de Cristo, y no por sus pecados personales, supone que el pecado mas fundamental y común de incredulidad es aquel que Cristo no consiguió pagar, tornando así su obra expiatoria desesperadamente incompleta. Otro problema es que, visto que la culpa imputada de Adán es por si misma suficiente para condenar, la posición de este predicador infiere, tal vez sin intención, que nadie mas nació con la culpa imputada tras haber sido completada la obra expiatoria de Cristo.
Esta es una implicación que incluso este predicador no puede aceptar. Sin embargo, por lo menos él percibe que la expiación de Cristo hizo un pago real y completo por los pecados, y no meramente un pago potencial; con todo, dado que él insistió en afirmar la expiación universal, su posición se volvió inconsistente y antibiblica.
El universalismo real es claramente falso y herético, pero el universalismo hipotético parece para muchas personas ser la posición que mejor encaja con la justicia, visto que todos tienen una posibilidad de ser salvos. Pero, como confirmamos anteriormente, al discutir la depravación total del hombre (Romanos 3:10-12,23), el hombre esta en un estado de muerte espiritual. Si esto es así, no hay posibilidad alguna de que alguien tenga fe positiva en Cristo siendo dejado a si mismo. Esto significa que, a menos que Dios escogiese a aquellos que recibirían la salvación a través de la elección soberana, y los redimiese a través de la expiación definida, nadie seria salvo, visto que nadie aceptaría a Cristo.
Los adversarios de la expiación definida pueden alegar que, aunque todos estén espiritualmente muertos en pecados, algunos en verdad responden en fe a Cristo, no porque fueron escogidos para salvación, sino porque ellos decidieron ser salvos por sus propias voluntades. Sin embargo, el mismo significado de muerte espiritual hace de esto algo imposible, visto que un hombre muerto no puede responder a, o cooperar con, cualquier asistencia, o incluso solicitarla. Consecuentemente, la Biblia dice que la fe y el arrepentimiento son casas que Dios concede como dones a sus elegidos (Efesios 2:8-9; 2 Timoteo 2:25-26), pero él no concede esto a todos, y así “la fe no es de todos” (2 Tesalonicenses 3:2). Visto que la fe en Cristo es el único camino para salvación, y es Dios quien escoge a quien concede fe y arrepentimiento, se sigue que él es quien escoge a aquellos que reciben la salvación, y no los mismos individuos.
Por amor al argumento, supongamos por un momento que, aunque todos estén espiritualmente muertos, algunos realmente respondan al evangelio, en fe, por si mismos. Más esto significaría que personas espiritualmente muertas no precisan de ninguna gracia especial de parte de Dios para hacer la decisión espiritual más importante de sus vidas. ¿Cómo explicamos entonces porque una persona espiritualmente muerta acepto a Cristo, mientras otra de al misma forma, muerta espiritualmente, no consiguió hacer lo mismo? ¿No se sigue que aquellos que son capaces de hacer la decisión espiritual positiva son más justos que aquellos incapaces? En este caso, entonces tendremos que decir que Cristo vino a salvar solamente a los individuos relativamente justos, y no a los relativamente pecadores. Pero esto contradice la premisa de todo el evangelio.
Decir que Dios ejerce cierta dosis de influencia sobre algunos individuos para hacerles creer apenas prolonga el problema. Algunos parecen requerir de él una influencia mas fuerte que otros. Pero si él ejerce una influencia mas fuerte sobre algunas personas que sobre otras, entonces él está en verdad escogiendo quienes serán salvos, especialmente si la cantidad de influencia ejercida no corresponde exactamente al grado de impiedad en los individuos. Por otro lado, si Dios ejerce aproximadamente la misma dosis de influencia sobre los individuos, entonces una vez mas, solamente las personas relativamente justas responderían, lo que nuevamente significaría que Cristo vino para salvar solamente a los relativamente justos, una noción que contradice la enseñanza de la escritura.
La conclusión necesaria es la siguiente. Dados otros aspectos de la enseñanza de la escritura, la EXPIACIÓN ILIMITADA o UNIVERSAL es imposible. Visto que la naturaleza de la expiación implica un pago real y completo por el pecado, la expiación universal necesariamente llevaría a la salvación universal; sin embargo, la escritura enseña que no todos serán salvos, sino que muchas personas se perderán y sufrirán el tormento sin fin en el infierno. Por lo tanto, la única posibilidad escritural es que en la eternidad Dios seleccionó un grupo definido de individuos para ser salvos. Entonces, en su obra de expiación, Cristo murió solamente por estos individuos y, así, asegurando la salvación real de cada uno de ellos, no haciéndola meramente posible. He aquí el porqué de que la obra redentora de Cristo es una expiación eficaz y especifica.
Lo expuesto arriba muestra que la expiación definida es una deducción necesaria de doctrinas bíblicas verdaderas. Específicamente, la doctrina de la elección, la expiación como un pago completo por el pecado, y la negación del universalismo real, convergen para hacer de la expiación definida una necesidad lógica. Por lo tanto, que la expiación es especifica y eficaz parece ser verdadero incluso sin la evidencia escritural directa; sin embargo, hay muchos pasajes que afirman o implican esta doctrina, y nos volveremos ahora a alguno de ellos. También discutiremos la reivindicación de que algunos pasajes bíblicos parecen enseñar la expiación universal.
Comenzamos repitiendo, a partir de la escritura, que la naturaleza de la expiación es de sustitución penal, de forma que la muerte de Cristo hizo un pago real y pleno por los pecados de aquellos a quienes él represento:
Tengan cuidado de sí mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha puesto como obispos para pastorear la iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre.
(Hechos 20:28)
¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios.
(1 Corintios 6:19-20)
Y entonaban este nuevo cántico: «Digno eres de recibir el rollo escrito y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación. De ellos hiciste un reino; los hiciste sacerdotes al servicio de nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra.»
(Apocalipsis 5:9-10)
Cristo hizo un pago completo para adquirir a aquellos por quienes él murió; por tanto, el lenguaje de estos y otros pasajes semejantes (Marcos 10:45; 1 Pedro 1:18-19) excluyen la conclusión de que él volvió la salvación meramente posible para aquellos por quienes murió, sino que hizo que la salvación fuese real para ellos.
Visto que Cristo fue “muerto desde la creación del mundo” (Apocalipsis 13:8) en la mente de Dios, y su muerte le dio posesión legal real de todos aquellos por quienes él murió, las identidades de todos aquellos que serian salvos habían sido inmutablemente determinadas desde la eternidad. Cristo entonces vino en el tiempo histórico para morir solamente por estos individuos.
Otra clara indicación de la expiación definida viene de Juan 10:14-15, 25-29, donde Jesús dice lo siguiente:
Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo lo conozco a él, y doy mi vida por las ovejas…
—Ya se lo he dicho a ustedes, y no lo creen. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que me acreditan, pero ustedes no creen porque no son de mi rebaño. Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano. Mi Padre, que me las ha dado, es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar.
Jesús dice, “Yo doy mi vida por las ovejas”, y dijo a algunos, “ustedes no creen, porque no son mis ovejas”. El vino para morir por aquellas, pero algunas personas no son sus ovejas; luego, el no murió por todo ser humano. Aquellos que son ovejas de Cristo pertenecen a él, visto que el Padre “se las dio”, y todas ellas creerán en el evangelio, visto que él dijo: “mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco, y ellas me siguen”. Por otro lado, así como las identidades de los elegidos ya habían sido determinadas en la eternidad, no hay posibilidad alguna de que aquellos que no son sus ovejas crean, y así él dice: “ustedes no creen, porque no son mis ovejas”. Todos aquellos a quienes Dios escogió serán salvos, y una vez salvos, nunca perderán su salvación, visto que Jesús dijo: “yo les doy la vida eterna, y ellas jamás perecerán nadie las podrá arrebatar de mi mano”. Así, en diversos versículos Cristo no solamente enseña la doctrina de la expiación definida, sino también las doctrinas de la elección, condenación y preservación, las cuales discutiremos mas adelante, en el próximo capitulo.
Los adversarios de la expiación definida afirman que algunos pasajes bíblicos parecen enseñar que la obra redentora de Cristo fue universal, en vez de específica. Aquí responderé a dos pasajes de estos:
El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan.
(2 Pedro 3:9)
Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, pues él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad. Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien dio su vida como rescate por todos. Este testimonio Dios lo ha dado a su debido tiempo,
(1 Timoteo 2:3-6).
Solamente el exegeta menos preparado e ingenuo supondría sin argumento que las palabras “todos” y “todos los hombres” en la Biblia deben siempre referirse a todos los seres humanos. Podemos encontrar innumerables ejemplos en nuestro hablar diario en el cual el alcance de estos términos aparentemente universales es limitado por el contexto. Con todo, para que nuestro argumento este completo, lo demostraremos primero utilizando ejemplos bíblicos, antes de examinar los dos pasajes.
Jesús dice en Mateo 10:22 “todos los hombres los odiaran por mi causa, pero aquel que persevere hasta el fin será salvo”. La declaración no pretende decir que todos los seres humanos sin excepción odiarían a los discípulos de Cristo, visto que por lo menos los cristianos se amarían los unos a los otros. También, podemos asumir que aquellos que no saben acerca de los cristianos no pueden odiarlos. Puede ser verdad que las creencias y las prácticas incluso de aquellos incrédulos que no conocen nada sobre los cristianos equivalen al odio contra Dios y los cristianos, pero este no parece ser el sentido del versículo.
El significado del versículo se torna más claro cuando leemos los versículos que vienen antes y después de él, para obtener su contexto:
»El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo. Los hijos se rebelarán contra sus padres y harán que los maten. Por causa de mi nombre todo el mundo los odiará, pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra. Les aseguro que no terminarán de recorrer las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del hombre.
(Mateo 10:21-23)
Los versículos 21 y 23 contienen información que restringe el alcance del versículo 22. Parece que las palabras “todos los hombres” en el versículo 22 se refieren principalmente a aquellos mencionados en los versículos 21 y 23. Esto es, “todos los hombres” significa todo tipo de personas, tales como los miembros incrédulos de la familia de alguien y aquellos que rechazan el mensaje del evangelio u oírlo. (4)
En Hechos 26:4 Pablo dice: “todos los Judíos saben como e vivido desde pequeño, tanto en mi tierra natal como en Jerusalén”. ¿Él quería decir que toda persona judía sin excepción lo conocía? El próximo versículo dice: “ellos me conocen hace mucho tiempo y pueden dar testimonio, si quisieran, de que, como fariseo, viví de acuerdo con la secta mas severa de nuestra religión” (V.5). Parece que “todos” en el versículo 4 no tiene la intención de designar a toda persona judía sin excepción, sino a todos los judíos que eran relevantes para la situación en cuestión.
El Salmo 8:6 dice: “tu lo hiciste dominar sobre las obras de tus manos; pusiste todo bajo sus pies”. Pablo aplica este versículo a Cristo en 1 Corintios 15:27, pero él explícitamente restringe el significado de “todo”: “porque él ¨¨ todo lo sujeto bajo sus pies ¨¨. Ahora, cuando se dice que ¨¨ todo ¨¨ le fue sujeto, queda claro que esto no incluye al propio Dios, que todo lo sometió a Cristo”.
Pablo indica en Romanos 1:7 que esta carta es dedicada a los cristianos en Roma: “a todos los que en Roma son amados de Dios y llamados para ser santos: a ustedes, gracia y paz de parte de Dios nuestro padre y del Señor Jesucristo”. A menos que el contexto inmediato amplié su alcance para incluir a todos los seres humanos sin excepción, el significado de “todos nosotros” en Romanos 8:32 debe ser restringido por Romanos 1:7.
Pero los mismos versículos en torno a Romanos 8:32 restringen el significado de “todos nosotros” en términos explícitos:
Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. ..El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica.
(Romanos 8:28, 32-33).
Es claro que las palabras “todos nosotros” se refiere solamente a “aquellos a quienes Dios escogió”, o “los elegidos de Dios” (ARA). Por lo tanto, el versículo 32 no da ningún apoyo a la expiación universal; antes, él favorece la expiación definida.
Otro ejemplo viene de Hechos 2, que comienza con una descripción de lo que aconteció en el día de Pentecostés:
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, vino del cielo un ruido como el de una violenta ráfaga de viento y llenó toda la casa donde estaban reunidos. Se les aparecieron entonces unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.
(Hechos 2:1-4)
Pedro entonces se levanto para predicar, citando la profecía de Joel: “en los últimos días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre todos los pueblos” (V.17). Ya probamos que las palabras “todos” y “todos los hombres” no siempre se refieren a todos los seres humanos, mas debemos permitir que el contexto de los versículos relevantes restringa el significado de estas palabras. Este simple principio vale tanto para la hermenéutica bíblica como para las conversaciones ordinarias; es la mayor tontería e irracionalidad ignorarlo.
Pedro aquí esta hablando dentro del contexto de la poderosa manifestación del Espíritu en el día del Pentecostés, diciendo que Dios derramaría su espíritu sobre “todos los pueblos”. Sin embargo, el alcance del versículo es restringido por los versículos que los rodean, citados abajo:
Había en Jerusalén Judíos, temerosos de Dios, venidos de todas las naciones del mundo (V.5).
Pedro respondió: “arrepiéntanse, y cada uno de ustedes sea bautizado en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán el don del Espíritu Santo. Pues la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los que están lejos, para todos cuanto el Señor, nuestro Dios, llamare” (V.38, 39).
Las palabras “todos los pueblos” son dichas en el contexto como dirigidas a las personas “todas las naciones del mundo” y así, la universalidad pretendida aquí es étnica, no una universalidad absoluta. Esto es, Dios derramaría su Espíritu sobre personas de todas las etnias, y no solamente sobre judíos. Los versículos 38, 39 dicen que la promesa del Espíritu es “para todos”; sin embargo, tales palabras no indican una universalidad absoluta, sino que ellas se aplican solamente a “todos cuantos el Señor, nuestro Dios, llamare”, restringiendo así la promesa del evangelio a un grupo seleccionado, elegido por la voluntad soberana de Dios.
Volveremos ahora para 2 Pedro 3:9 y 1 Timoteo 2:3-6, que son dos de los pasajes favoritos citados por los oponentes de la expiación definida:
El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan.
(2 Pedro 3:9)
Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, pues él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad. Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, quien dio su vida como rescate por todos. Este testimonio Dios lo ha dado a su debido tiempo,
(1 Timoteo 2:3-6).
2 Pedro 1:1 indica que Pedro se esta dirigiendo “a aquellos que, mediante la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, recibieron con nosotros una fe igualmente valiosa”, y 2 Pedro 3:8 se refiere a los “amados”, que es un termino designado a los cristianos. Entonces el versículo 9 dice: “él es paciente con ustedes, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos lleguen al arrepentimiento”. La palabra “ustedes” aquí obviamente se refiere al grupo al cual los creyentes pertenecen, y no a los incrédulos. Por lo tanto, el versículo esta diciendo que el Señor tarda para que los elegidos tengan tiempo de volverse cristianos.
1 Timoteo 2:3-6 dice que Dios “desea que todos los hombres sean salvos”, y que Cristo “se entregó a si mismo como rescate por todos los hombres”. Ahora bien, ya demostramos que las palabras “todos” y “todos los hombres” no siempre se refieren a todos los seres humanos, y probamos la doctrina de la expiación definida apelando a otros pasajes bíblicos; por tanto, no debemos admitir que este pasaje enseñe la expiación universal. En realidad, visto que otros pasajes hacen que la expiación universal sea imposible, podemos tener por cierto que este no la enseña.
Mientras tanto en cuanto a los otros pasajes, hay evidencia directa a partir del contexto del pasaje indicando que Pablo no quiere decir todos los seres humanos cuando escribe “todos los hombres”. Los versículos 1 y 2 dicen: “ante todo, recomiendo que se hagan suplicas, oraciones, intersecciones y acciones de gracias por todos los hombres; por los reyes y por todos los que ejercen autoridad para que tengamos una vida tranquila y pacifica, con toda piedad y dignidad”. Él dice que los creyentes deberían orar “por todos los hombres” y prosigue explicando que por “todos los hombres” el quiere decir “reyes y todos los que ejercen autoridad”. Por tanto, por “todos los hombres” Pablo pretende designar tipos o grupos de personas- los cristianos deben orar por todos los tipos de personas.
Apocalipsis 5:9-10 fue anteriormente citado para mostrar que la naturaleza de la expiación conlleva una adquisición real y completa por Cristo de aquellos por quienes él murió, pero los mismos versículos también sugieren que la universalidad de la expiación no es de tipo absoluta, sino solamente étnica:
Y ellos cataban un cántico nuevo: “tu eres digno de recibir el libro y de abrir sus sellos, pues fuiste muerto, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación. Tu los constituiste un reino de sacerdotes para nuestro Dios, y ellos reinaran sobre la tierra”.
La Biblia consistentemente enseña que la expiación es universal solamente en el sentido de que Cristo murió por personas de todas las etnias y clases sociales; ningún pasaje enseña que él murió por todos los seres humanos. Visto que tal expiación no es un pago meramente potencial de pecados, sino uno real, aquellos por quienes él murió ciertamente serán salvos. Así, las buenas nuevas dicen que “la gracia de Dios se manifestó para salvación de todos los hombres” (Tito 2:11), y no solamente a los Judíos.
Las “buenas nuevas” del cristianismo nunca fueron que Cristo murió para salvar a todo ser humano, sino que él lo hizo para salvar gente “de toda tribu, lengua, pueblo y nación” la grandeza de la expiación de Cristo es que sus efectos no son limitados por fronteras étnicas y sociales: “no hay Judío ni Griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer; pues todos son uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28). Estas son las buenas nuevas, y es como debemos entender los pasajes bíblicos que dicen que Cristo murió por todos.
Un ángel dijo a José en Mateo 1:21: “[Maria] dará a luz un hijo, y tu le darás el nombre de Jesús, porque él salvara a su pueblo de sus pecados”. La doctrina de la expiación definida encara con seriedad este versículo y muchos otros semejantes, afirmando que Jesús vino para salvar realmente y no para tornar la salvación meramente posible, y para salvar a su pueblo y no a aquellos a quienes Dios no escogió. Así, la obra redentora de Cristo consiste de una expiación eficaz y especifica.
Notas:
(1) John Murray, Redemption-accomplished and applied; Grand Rapids, Michigan: William B. Eerdmans Publishing company, 1955; P.11-12.
(2) Ibid., P.11
(3) Probamos anteriormente la verdad del supralapsarianismo, opuesto al infralapsarianismo.
(4) El significado de “todos los hombres” queda aun más restringido cuando alguien considera el contexto histórico del pasaje. Jesús estaba hablando a los cristianos del primer siglo, diciendo que ellos no terminarían de evangelizar las ciudades de Israel antes que viniese el juicio para destruir Jerusalén, en el 70 DC.
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